Cuando era niño, solían disfrazarme de marinero por esta fecha, y junto a otros niños de la escuela subíamos al escenario y, dentro de un bote, remábamos y cantábamos: "Soy marinero/ me gusta el mar". Ya en la casa, mi madre, emocionada, entonaba: "Hoy 21 de Mayo, día inmortal/ recordamos la gloria de Arturo Prat./ Y esta bandera, dijo el titán,/ mientras yo viva no se arriará". Y mi padre, iquiqueño de tomo y lomo, nos contaba que, por allá por 1920, a los estudiantes los llevaban en botes al sitio exacto donde se había hundido la "Esmeralda", y ellos arrojaban flores al mar.

Hoy, 135 años después de la heroica acción de Prat, sus oficiales y marinos, me da la impresión de que no reina el mismo espíritu patriótico en el alma nacional. El tiempo ha oxidado los goznes de la memoria. Y lo que fue una epopeya narrada en los principales diarios del mundo, hoy es apenas un simple recuerdo. Para muestra, un botón. Les digo a mis jóvenes alumnos que un truco para no olvidar cuándo fue la Revolución Francesa es poner la fecha del Combate Naval de Iquique (1879) e intercambiar los números del medio (1789), y listo. Los alumnos, risueños, me dicen: "Bueno, profe, pero, ¿cuándo fue la Guerra del Pacífico?"

No dimensionamos bien los alcances del combate. En otros lados, sí. Un ejemplo. El Times de Londres escribió por esos días: "Este es uno de los combates más gloriosos que jamás hayan tenido lugar. Un viejo buque de madera, casi cayéndose a pedazos, sostuvo la acción durante tres horas y media contra una batería de tierra y un poderoso acorazado, y concluyó con su bandera al tope".

MENTESSANA