Señor Director:

Quisiera hacer algunos comentarios a la presentación que llevó a cabo el lunes pasado el Gobierno a la Comisión Mixta de Presupuesto.

Primero, el gobierno del Presidente Piñera heredó de la administración de Michelle Bachelet, de la que el actual ministro Arenas era el director de Presupuestos, un déficit estructural de más de tres puntos del PIB. Por contraste, el ministro Arenas heredó del ex ministro Larraín una situación fiscal prácticamente normalizada, en la cual el déficit estructural se redujo a tan solo 0,5 puntos porcentuales del PIB.

Mal podría entonces el ministro Arenas acusar al gobierno anterior por los problemas fiscales que le toque enfrentar.

Segundo, el ministro Arenas atribuye al menor crecimiento económico los cerca de US$ 2.000 millones de menor recaudación tributaria que tendría el Gobierno este año en relación con lo proyectado en el presupuesto. Al respecto sería interesante que el ministro hiciera públicos sus cálculos porque nuestras estimaciones y las de otros analistas del sector privado concluyen que el menor crecimiento generaría una menor recaudación del orden de US$ 1.000 millones, es decir, la mitad de lo expuesto por el señor ministro.

Pero más importante aún es que el ministro Arenas y su gobierno asuman, de una vez por todas, al menos parte de la responsabilidad por el menor crecimiento económico que está experimentando la economía chilena. Econsult, empresa de la cual soy socio, y el propio ex ministro Larraín advirtieron hace ya casi un año que el programa de gobierno de Michelle Bachelet tendría efectos negativos sobre la inversión y el crecimiento de este año. Cosa que efectivamente ha ocurrido.

Finalmente, el ministro Arenas debe cuidar de no desinformar a los parlamentarios. Todos sabemos bien que el presupuesto de gasto se determina con los parámetros de crecimiento y cobre de largo plazo y no con los del año en curso. Como dichos parámetros no han cambiado, tampoco debiera cambiar la capacidad del Gobierno para ejecutar su presupuesto. Es cierto, habrá menos ingresos, pero las fuentes de financiamiento necesarias para cubrir la diferencia entre ingresos y gastos están intactas.

José Ramón Valente
Economista