Carly Whitten (Cameron Diaz) es una abogada exitosa en una gran firma corporativa y completa ocho semanas de romance con Mark (Nikolaj Coster-Waldau), un hombre que le parece perfecto. Pero entonces descubre que Mark tiene un hogar en Connecticut y está casado con Kate (Leslie Mann), una dueña de casa que confía ciegamente en él, a pesar de sus repetidas ausencias. Allí donde Carly es segura, fuerte y autónoma, Kate es subalterna, indefensa y algo histérica. Una controla sus decisiones, la otra depende de las ajenas.
A pesar de este agudo desequilibrio, Kate decide acercarse a Carly para dilucidar la situación de su matrimonio. La guían su falta de fronteras racionales y su fe en los impulsos, pero no ignora que Carly es su opuesto; intuye cierta complementariedad entre ambas. Carly accede al juego, se hacen amigas y en conjunto descubren a una tercera mujer, una amante más joven y más libérrima, la voluptuosa Amber (Kate Upton), también seducida por Mark.
Lo que sigue es la trama de la venganza de las tres mujeres en contra del seductor ilimitado. Es un repertorio conocido dentro de las decenas de películas sobre desquites femeninos: laxantes, hormonas, cochinadas y tretas para mantener a la víctima lejos de toda sospecha. Esto forma la segunda parte de la película y pone a las mujeres frente a la situación muy poco edificante de fingir, humillarse y exponerse para conseguir un objetivo todavía menos noble. Bajo el texto de apariencia feminista se siente circular un subtexto que, si no es todo lo contrario, queda muy cerca de eso: se trata de unas mujeres que carecen de interés por fuera de su vindicta.
Desde su debut en 1996, con Volver a vivir, el cineasta Nick Cassavetes ha sido la esperanza del cine norteamericano. Parte de esas expectativas han sido injustas, porque solo nacen del hecho de que es hijo del gran cineasta John Cassavetes, uno de los mayores innovadores de los años 60, y de la inmensa actriz Gena Rowlands. Nick Cassavetes no tenía por qué ser como ellos, aunque muchos esperaban que los talentos disruptivos y provocadores de sus padres tuviesen alguna continuidad en su obra, especialmente si trabajaba en los territorios familiares de las clases medias y los trabajadores.
No ha sido así. John Q., acerca de un trabajador que se rebela contra el sistema de salud, y Diario de una pasión, acerca de una pareja de veteranos que revive su romance de juventud, son películas muy deficitarias, que no alcanzan en momento alguno ni la fuerza social ni la intensidad romántica a la que parecen aspirar. En estas limitaciones, Mujeres al ataque toca fondo: es una comedia con unos pocos momentos graciosos, unos personajes sin espesor, una retórica sospechosa de corrección política y una muy laxa conciencia del tiempo, que dilapida una media hora de desenlace y la estira mientras se hace visible que ya no hay nada que decir. Una lástima, otra lástima de Nick Cassavetes.
The other woman. Dirección: Nick Cassavetes. Reparto: Cameron Diaz, Leslie Mann, Kate Upton, Nikolaj Coster-Waldau, Don Johnson, Nicki Minaj. 109 minutos.