Las teleseries chilenas de media tarde en TVN parecen destinadas a hacer "homenajes" a clásicos nacionales del género. Si la saliente "El regreso" tenía el mismo nudo dramático de "La madrastra", la debutante "Volver a amar" hace recordar a "Amores de mercado": dos hermanos separados en la primera infancia; uno entregado en adopción por falta de recursos de sus padres; y los dos creciendo en medios sociales muy diferentes. Si en la producción de 2001, el hermano de clase popular hacía su vida en el Mercado Central, en esta nueva historia lo hace en la Vega Central.
Obviando las comparaciones, "Volver a amar" tuvo ayer un buen comienzo con una situación que siempre ha funcionado en las teleseries chilenas: una boda en la que alguien se queda esperando al pie del altar. Esta vez es la novia, que se queda con el velo puesto mientras su prometido -Lucho, el hermano popular de la historia- vive un suceso inesperado en el que conoce a la heroína (Adela Secall), que resulta ser la esposa del hermano que aún no conoce.
Este último personaje, bien interpretado por Felipe Braun, es un empresario codicioso y maltratador de su mujer. Busca secretamente a su hermano para que sea el donante que lo salve de una enfermedad que lo tiene al borde de la muerte: "Lo único que quiero es sacarle el riñón que necesito y después, chao, no lo veo nunca más", dice. El hermano "bueno" es encarnado por César Sepúlveda, quien se ve cómodo en su personaje de veguino chispeante e ingenuo. En cambio, el personaje de Gloria Laso, la sufriente madre de ambos, se ve demasiado refinada y educada como para haber sido una mujer a la que la pobreza obligó a entregar a su guagua en adopción.
La teleserie tiene buen ritmo, las situaciones pasan rápido y tiene poder de síntesis para relatar el contexto. La iluminación y la calidad de la imagen parecen más cuidadas que en las producciones anteriores de ese horario. Un desafío pendiente es la originalidad en las historias y en las ambientaciones. "Dama y obrero" fue un buen ejemplo de ello.