En "Memorial del bufón", Radrigán nos lleva a una oficina que atiende reclamos pero no soluciona nada. Sus dos funcionarios son contrahechos, él chueco, ella coja. Es una primera forma de humor negro. Los clientes que llegan son estrafalarios, un viejo chico aceptador de todo y un violento que no acepta nada. El jefe nunca aparece, es sólo una voz que da órdenes e impone castigos. Se producen situaciones graciosas y en algunos casos son directamente chistes, bufonerías. Pero uno no se traga eso de que Radrigán se haya puesto chistoso.
En medio de las cabriolas del empleado chueco y de un tristemente divertido maltrato a los clientes, el Afuerino hace un paréntesis y nos dice con voz entera: "En mi país, duro de norte y verde de sur, suceden cosas que ni el aire comprende. Un día nos acostamos con la esperanza y despertamos con la traición" Y ahí ya empezamos a reencontrarnos con Radrigán. Otro personaje, el Cuentachistes, plantea una poética "El arte es subversivo o no es ninguna huevá". Y otro acota "A los pobres les va a doler que alguien que pudiera hablar no lo hiciera". Y claro, por eso es que escribe Radrigán.
Su dramaturgia ha recibido todos los reconocimientos posibles en nuestro medio. En el último tiempo ha incorporado cada vez más la música como parte de su lenguaje y aquí está presente en diferentes ritmos populares... sí, es el gran dramaturgo... pero él se siente el gran bufón y parece que no quiere seguir siéndolo. Prefiere ahora pensar sobre el teatro: "todo personaje, es el escritor... a pedazos", y "todo personaje es una pregunta sobre la humanidad, por penca que sea el escritor". No quiere seguir con bufonerías: "por qué los pobres sólo pueden sobrevivir apoyados por la risa" y le dice al público "ustedes...no tienen ningún derecho a exigirme que los haga reír.... La vida está fallando a todo trapo" Y con su voz poética concluye "Negros nubarrones anuncian / iracunda tormenta / el río se desbordará / Cuidado con sus aguas / arrastran primaveras que nunca florecieron / El río se desbordará" .
La obra tiene un tono popular con situaciones graciosas, pero en realidad es la vuelta al Radrigán primigenio. Lo más inquietante es que retoma su voz de profeta, y como él mismo dice "Lo malo es que por muy charchas que sean los profetas, sienten los huracanes que vienen desde lejos".
¿Quién es Chile?
"¿Quién es Chile? Colo Colo", era el grito que retumbaba en los estadios por los años 70, cuando Colo Colo salió campeón en 1972 y el año 73 llegó a disputar la final de la Copa Libertadores de América. Lo que hoy es "La Roja" era en esos años Colo Colo. Buen tema para auscultar el ser nacional y mejor si el conjunto dirigido por Marco Espinoza logra que el actor central de la obra sea el propio ídolo de ese tiempo, Carlos Caszely.
Pero, como en el caso de Radrigán, tampoco uno se convence de que Soledad Lagos, la "dramaturgista" de obras emblemáticas y una de nuestras insignes teóricas del teatro, ingrese a la dramaturgia con una obra sobre el fútbol. Y el primer indicio de que la cosa no va por ahí es el título, no pone la segunda parte del grito famoso, deja sólo "¿Quién es Chile?", con una respuesta abierta. Además eso sucede el año 1973, fecha que no se asocia precisamente con un campeonato de fútbol.
Carlos Caszely es el centro de la representación, actúa muy bien, con simpatía y naturalidad, y al final de las funciones, muchos espectadores lo esperan para saludarlo y llevarse un poster firmado por él.
En la obra se alternan las escenas de fútbol y las de esa época de inquietud y proyectos. Un ruido de taladros y máquinas nos remite a la construcción del gran edificio de la UNCTAD, donde se realizaría la primera gran reunión internacional en Chile. Es el actual edificio del GAM. Ese ruido lo escuchaba la misma Soledad Lagos, alumna en ese año de un colegio de ese mismo sector, en la calle Villavicencio, y le quedó grabado como una impronta de ese tiempo de esperanzas. La obra es más una serie de proposiciones sociales que una historia sobre los triunfos de Colo Colo. Y la idea que subyace en el proyecto es que, atraídas por el fútbol y por ver a Caszely, personas que normalmente no van al teatro, vayan a recordar aquella victoria frente a Botafogo en el Maracaná, y se lleven, además, esas otras imágenes, las del tiempo en que en Chile todo cambió.