En la industria del capital de riesgo se repite con insistencia el eslogan "además del financiamiento, te entregamos valor".
Después de más de 20 años en el ecosistema y de estar operando un fondo por casi un año, he llegado a la convicción de que lo mejor que puede hacer un fondo es dedicarse a financiar empresas de alto potencial, eligiendo equipos emprendedores que ya "sean inteligentes" para llevar adelante sus desafíos.
El capital inteligente debe ser lo suficientemente agudo como para entender que no sabe más que el emprendedor de su industria, y que es el equipo emprendedor el que tiene la visión para implementar su negocio. Los fondos tienen mucho que aportar en elementos de gestión general, gobierno corporativo y estrategia de crecimiento, en especial, cuando es un proyecto que requiere series sucesivas de financiamiento.
Mientras más verde es el emprendimiento, más difícil es que un fondo agregue valor. Por supuesto, los fondos pueden funcionar como mentores o integrantes del directorio, pero en esos roles también pueden ejecutarlos otras entidades como Endeavor o aceleradoras que lo harán bien y sin conflicto de interés.
Es común que los fondos intenten "corporativizar" a las startups en las que invierten antes de tiempo, sin que estas hayan alcanzado claridad sobre su modelo de negocio, lo que rigidiza las estructuras, y terminan impidiendo la iteración y comunicación con el cliente, que debe ser a muy bajo costo, ya que los nuevos negocios, por definición, tienen recursos escasos. Los emprendedores que lograron grandes cosas, pocas veces tomaron decisiones estructurales a base de las sugerencias de sus inversores, pero casi siempre tuvieron el respaldo de "capital tonto".
Alan FarcasDirector de Innovación y Emprendimiento UAI
Cofundador de NAzca Ventures