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Cartas
Domingo 20 de abril de 2014
Las diferencias en las universidades
Señor Director:
El rector Ignacio Sánchez quiere igualar a todas las universidades desde el punto de vista del pluralismo, aunque, creo, confunde pluralidad con pluralismo. Pluralidad, o sea, diversidad, significa que en una sociedad hay muchas diferentes creencias, puntos de vista y modos de vida. En tal sentido, Chile es un país plural y sus universidades expresan tal diversidad. El pluralismo, en cambio, es una actitud que tanto se puede tener o no ante el hecho de la pluralidad, de manera que si una sociedad es plural, sus individuos e instituciones pueden o no ser pluralistas, y lo serán cuando vean en la diversidad un bien y no un mal, y ni siquiera una amenaza.
En nombre de la libertad de enseñanza pueden crearse universidades privadas perfectamente pluralistas (de hecho, tenemos algunas) y también no pluralistas o que adopten un pluralismo limitado. Este último es el caso, inevitablemente, de universidades que adscriben a una religión determinada (por ejemplo, la cristiana), a una iglesia en particular (por ejemplo, la católica), o a una aún más específica devoción (por ejemplo, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo).
Es perfectamente comprensible que instituciones de ese tipo no toleren al interior de sus aulas un discurso anticristiano, anticatólico o anti el mensaje del fundador de la devoción de que se trate, todo lo contrario de una universidad estatal, para la cual el pluralismo no es una opción, sino un deber, y en la que ninguno de sus docentes podría ser sancionado, ni menos expulsado, por tener en clases un discurso antiestatista o contrario al gobierno de turno.
¿Podría un profesor de una universidad católica rebatir la divinidad de Jesús, negar la infalibilidad del Papa, denostar al Estado Vaticano, abogar por la despenalización del aborto, manifestarse partidario de la eutanasia activa, o tan solo propiciar el uso de un anticonceptivo de emergencia que la jerarquía eclesiástica considere abortivo?
No es del caso negar las evidentes diferencias entre universidades estatales, universidades católicas del CRUCh, universidades privadas del CRUCh, y universidades particulares creadas a partir de la década de 1980, todas necesarias para el país. Lo que es preciso resolver es si las diferencias justifican o no un trato preferente del Estado a sus propias universidades, y donde preferente significa eso: "preferente", no exclusivo ni excluyente.
Un trato preferente a las universidades del Estado (una obviedad en cualquier parte del mundo, salvo en Chile) no excluirá que ese Estado continúe atendiendo a universidades que no le pertenecen, incluso si son confesionales, y ni qué decir a las que no lo sean.
Agustín Squella