Habrá alguna explicación; pero para nosotros, es un misterio: el chocolate, debe tomarse batido hasta más no poder. Esther Sánchez, en Popayán, rechazaba una taza de chocolate perfumadísimo, por no estar suficientemente batido. No podíamos creerlo. La ausencia de batido se nota al instante.
Durante la monarquía se inventaron implementos para batir chocolate: uno era una jarra con un adminículo que se frotaba entre las manos y producía, en la jarra, una enorme espuma, suficiente parar satisfacer a todas las Esther Sánchez de aquellos tiempos. Y aunque los bombones de chocolate, barras y todo lo demás han llegado a ser hoy maravillosos, la mejor forma de tomar esta delicia es como bebida. Así la disfrutaba Moctezuma, al cual le ofrecían, con cada comida, decenas de formas de beberla.
La afición de nuestras abuelas fue tal que, en Méjico, llegaban a misa premunidas de cojín, para sentarse en el suelo, y de chocolatera, con negrita batidora incluida. Los obispos se ponían más morados aun de lo que naturalmente son a fuerza de lanzar imprecaciones, anatemas y demás cosas terribles para amedrentar a esas impías y silenciar sus escandalosos chasquidos de lengua; pero éstas siempre encontraban alguna iglesia de monjas donde podían abandonarse a las efusiones místicas y al chocolate: desde la abadesa para abajo, todas las monjas hacían lo mismo, y nunca hubo obispo suficientemente feroz como para enfrentarlas...
La Pascua Florida, como se llama en Europa a la fiesta de la Resurrección, se ha identificado últimamente con el consumo de chocolates. Pero se lo presenta del modo más imbécil posible: como huevos de conejo, cosa que, por sí sola, ya es indecente; y luego, no se ve qué tiene que ver la resurrección del Salvador con semejantes absurdos. “¡Es que en Miami –o Boston o Wichita– se hace así!”, larga la palurda.
No se deje, Madame, arrastrar por estas necedades ni deje que lo hagan sus hijos o nietos; déles chocolate, pero de un modo fino, fino. Como el de la receta de hoy, que es de las cosas más fáciles del universo mundo.
Clafouti de peras y chocolatePrecaliente el horno. Enmantequille un molde de tarta, y espolvoréele 1 cda de azúcar con ½ de chocolate en polvo. Sacuda el sobrante. Corte en trozos el contenido de un tarro de peras en conserva (no se usa el almíbar). En una olla, hierva 45 cl de leche. Retírela del fuego. Agregue 100 grs de chocolate amargo trozado. Revuelva hasta que se derrita éste. Bata en bol 3 huevos más una yema con 180 grs de azúcar. Incorpore 60 grs de harina tamizada y la leche con chocolate, ya tibia. Mezcle esta pasta y viértala al molde. Cubra con las peras. Agregue por encima 50 grs de mantequilla en trocitos. Hornee media hora, más o menos. Sirva a temperatura ambiente.