Si por privado se entiende aquello que es iniciativa de personas, entonces hay mucho bien que decir de ello. Basta pensar en empresas como la conquista española o la creación de conocimientos útiles, para darse cuenta de que en muchas ocasiones se debieron al emprendimiento de individuos que lograron concitar adhesión y entusiasmo de poderes políticos e intelectuales.

Critilo sostiene que aunque hoy la ciencia es asunto de instituciones, públicas y no públicas, grandes avances fueron obra de individuos que nunca pertenecieron formalmente a ninguna. El naturalista Carlos Darwin, por ejemplo, nunca fue funcionario de una universidad. Andrés Bello enseñaba derecho de gentes en su casa. Edward Jenner descubrió la vacunación por cuenta propia.

Ocurre que lo privado individual, cuando se inicia y mantiene con pasión, termina convenciendo a todos, aunque eso tome tiempo. Y entonces se hace entraña de lo público.

ANDRENIO