En este libro ejemplar y mestizo, el historiador Manuel Vicuña aborda el género del perfil periodístico pero con las armas de su oficio, lo que enriquece, sin duda, el retrato de siete escritores que están al margen -unos más, otros menos- de la línea que vertebra tradicionalmente la historia de la literatura chilena. Algunos han sido rescatados (o lo serán), al menos de manera parcial, en años recientes: la poesía de Carlos Pezoa Véliz, muerto de tuberculosis a los 28 años; las columnas periodísticas y autobiográficas de Eugenio Lira Massi; y la descomunal producción de Joaquín Edwards Bello en diversos géneros periodísticos, por la Universidad Diego Portales; la novela El mundo, de Alfredo Gómez Morel, editada por primera vez por Tajamar, la misma editorial que anuncia para este año la edición de las obras completas de Mauricio Wacquez; y las Memorias de una mujer irreverente, de Marta Vergara, por la editorial Catalonia. Tancredo Pinochet sí que permanece en ese olvido que dictan los modos canónicos que no suelen reconocer talentos poco convencionales. Era un propagandista, un apóstol del progreso, un pedagogo impenitente, un productor en serie de libros y folletos que trazaban un camino de progreso y que él mismo vendía en su peregrinar por ciudades, tal como más tarde lo haría, con maletas cargadas de sus libros de poemas, Pablo de Rokha. Alone lo recluyó en la categoría de "hongo de los sótanos de la literatura nacional", cosa que contó el mismo Pinochet en su libro de memorias La biografía de mi smoking. Le decían "Tancrédulo". Según dice el autor en una breve nota introductoria, "el inconformismo y la excentricidad son los hilos conductores que hilvanan estos perfiles y agrupan a sus personajes bajo un mismo emblema". Pero Vicuña va más allá y lee junto a ellos la accidentada historia del siglo XX chileno desde el desacomodo, desde la ruptura de las convenciones, desde una sensación de incomodidad que arroja luces inesperadas sobre lo que estamos acostumbrados a ver de cierta manera. Vicuña, además, es un escritor talentoso, que en estos perfiles incorpora marcas inconfundibles del lenguaje popular chileno: sustantivos como lacho, pega y curadera, el verbo fletar, la profesión de calador de sandías, la expresión "un francés medio vagoneta" son unos pocos ejemplos de un estilo vivo y expresivo que resalta más aún el carácter heterodoxo de los personajes retratados y la singularidad tanto de la obra de cada uno como de la manera en que Vicuña la incorpora al tejido de la memoria colectiva.
Manuel Vicuña. Hueders, Santiago, 2014. 162 páginas.