Hay escritores que nacen para escribir un solo libro. Gabo, como lo llamaban sus amigos, era uno de ellos. Por supuesto que escribió muchos otros, pero ninguno tiene la talla de "Cien años de soledad", que es la Biblia de América Latina. En sus páginas está reflejado nuestro destino continental: quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes seremos. No importa cómo se desarrolle nuestro carácter, su esencia está contenida en el auge y caída de Macondo.
En realidad, hay dos novelas que contienen el ADN de la cultura hispánica: esta y el Quijote; el resto son notas a pie de página. Las separan cuatrocientos años, que no es nada en el devenir literario si pensamos en la vigencia que tiene la Odisea o la Divina Comedia. Hay mucho en ellas que se asemeja. Entre otras cosas, las dos son sobre la lucidez y la locura, sobre la vida como una performance .
Yo leí la saga de los Buendía en mi adolescencia. Desde entonces, la he releído unas veinte veces. Hay largos fragmentos que he memorizado y que me acompañan adondequiera que voy. Al libro ni le falta ni le sobra una coma. Si nuestro mundo fuera súbitamente destruido, sería factible reconstruir América Latina -su realidad, sus sueños- a partir de sus veinte capítulos perfectos.
Ilan Stavans
Crítico mexicano