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Cartas
Martes 15 de abril de 2014
Benjamín Vicuña Mackenna
Señor Director:
Como responsable técnico del artículo "El Santiago moderno ideado por Benjamín Vicuña Mackenna", publicado por "El Mercurio" el domingo 6 de abril pasado en el cuerpo Artes y Letras, vengo a realizar algunas aclaraciones relativas a la autoría de los antecedentes de Vicuña Mackenna.
Este Santiago moderno de Vicuña Mackenna fue una investigación que realicé para el máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de los Andes. Entre las entidades importantes que me prestaron su apoyo cuento con el Centro de Patrimonio de la UC y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Mayor.
Particularmente, destaco la visión integral y amplia que tuvo el Museo Histórico Nacional para promover y publicar cinco mil mapas de la ciudad moderna que ideó Vicuña Mackenna y que entrega a sus visitantes al ingreso de la Torre Reloj del Museo -ubicado en la Plaza de Armas-, donde, precisamente, Vicuña Mackenna tuvo su oficina pública.
En primer término, el Estado de Chile, a través de la Dibam, tiene a disposición de la nación amplia información de este gran ex intendente. Entre otros museos, aparte del Museo Vicuña Mackenna, tenemos caudal de antecedentes en el mismo Museo Histórico Nacional, en la Biblioteca y Archivo Nacional y otras entidades de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, como también universidades, como la Escuela de Arquitectura de la UC, de la Universidad Mayor, de la Universidad de Chile y tantas otras escuelas de arquitectura que promueven la ciudad con aquel espíritu moderno, y que tienen amplia información de Vicuña Mackenna.
Uno de los ejes principales del estudio de Vicuña Mackenna fue desautorizar el prejuicio o mitos de que su legado se ciñó solamente a unos pocos y se cubrió con una red de antojos y lugares comunes que restringieron su figura y aporte a la ciudad, a la historia, al periodismo, a la sociedad toda. Creo que nadie puede atribuirse la autoría de su conocimiento, al contrario, el "Espíritu Vicuñesco" fue absolutamente generoso, en cuanto entregó todo su patrimonio a la ciudad, es decir, vida, obras, tiempo, sueños, corazón, mente, cuerpo, etcétera.
Vicuña Mackenna falleció en su escritorio, inclinando su cabeza sobre unas hojas que estaba redactando. No hubo un minuto en que no trabajara para toda la nación, sin medir una "parcela" política ni un contexto cultural temático restringido para investigadores, estudiantes universitarios, profesionales, escolares y tantos otros, que necesitan consultar su obra, sus ideas y sus sueños, como un patrimonio de todos y no de algunos, y así tengamos una ciudad armónica, integral y civilizada.
Carlos Maillet Aránguiz
Arquitecto
Docente Universidad Mayor