Otro jalón en la larga odisea de fracasos masculinos que han venido construyendo los hermanos Coen con su cine. Esta vez no se trata de sujetos derrotados por su megalomanía, su obsesión exitista o su paranoia social, sino que al contrario, de un hombre que parece entregado a su suerte esquiva, que carece de pretensiones, no se sabe si porque las perdió o porque nunca las tuvo.
Es Llewyn Davis (Oscar Isaac), cantante de folk en el Greenwich Village, que pasa una semana de perros en el gélido invierno neoyorquino de 1961, los mismos días en que Bob Dylan empezaba a sacudir el ambiente de la música popular. Llewyn está lejos de esa revolución. Tiene talento, pero no éxito. Quiere ser un artista, pero el negocio de los bares es muy modesto para sostener una vida. Carece de familia, no tiene dónde vivir y tampoco posee un abrigo para este invierno. Sobrelleva la precariedad, sin embargo, con una integridad profesional que viene de una vocación misteriosamente profunda.
El relato se estructura en tres segmentos muy marcados. En el primero, Llewyn pierde al gato de unos amigos y debe buscarlo mientras atiende sus exasperantes problemas domésticos, como el lugar para pasar la noche o la relación con una ex novia, Jean (Carey Mulligan), que no cesa de calificarlo de imbécil. El segundo segmento es un largo y accidentado viaje a Chicago, donde Llewyn espera encontrar el contrato que reconozca sus talentos. El último es el regreso a Nueva York.
Se trata, pues, de una trayectoria circular, del retorno a una Itaca que no tiene el calor de un hogar ni la promesa de días mejores. (No es la primera vez que los Coen recurren a la metáfora de la Odisea: ella era explícita en Oh hermano, ¿dónde estás?, otra película sobre la inocencia perdida en Estados Unidos y también sobre el folk como representación de esa tristeza).
Llewyn Davis es un personaje singular, incluso en el singularísimo cine de los Coen. Su fracaso carece de estridencia y solo unos pocos estallidos revelan la procesión estética que lleva por dentro. Su torpeza en el mundo del éxito lo hace cada vez más entrañable y cuando mira el cartel de una olvidada película de Disney, La jornada increíble, acerca de tres mascotas extraviadas, parece que él mismo fuese una de ellas.
Es notable que dos artistas exitosos y reconocidos se preocupen, con una dosis tan equilibrada de distancia y afecto, de un artista tan fallido, tan poco inspirador, cuyo fracaso se convierte al mismo tiempo en un síntoma de la cultura norteamericana y en la expresión de una desazón existencial.
Una gran película en clave baja, que posiblemente sobrevivirá mejor que otras de las cintas más vistosas de los Coen.
Inside Llewyn Davis. Dirección: Ethan y Joel Coen. Con: Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman, Justin Timberlake, Ethan Phillips.
104 minutos.