Me fui de vacaciones el 31 de enero. Me iba a Cuba con mi familia y había seleccionado un par de libros que prometían suplir la falta de literatura en ese país. Sin embargo, me tuve que llevar 500 páginas de una formulación de cargos de un bullado caso. En los buenos tiempos, la guerra de trincheras se suspendía para la Navidad y a un abogado no se le hacía trabajar en febrero. ¿Que ya no queda amistad cívica en este país?
El viaje por Cuba y la lectura de los cargos, me tuvo reflexionando sobre el Derecho y cómo éste refleja la idiosincrasia de los pueblos. Un profesor de Derecho lo enseñaba con algo de humor diciendo:
"Jóvenes!
En Rusia, todo está prohibido.
En Alemania, todo está prohibido, salvo que esté permitido.
En Inglaterra, todo está permitido, salvo que esté prohibido; y en Italia, todo está prohibido, pero a nadie le importa y hacen lo que quieren".
Nuestra tradición jurídica es liberal y republicana. Los funcionarios públicos, por expresa norma constitucional, son "alemanes": solo pueden hacer aquello que la ley expresamente los autoriza. En cambio, los ciudadanos de a pie somos "ingleses": podemos hacer todo aquello que no esté expresamente prohibido. Esta es la columna vertebral de cualquier sistema jurídico civilizado, y a Occidente le costó muchos años conquistarlo.
Con estas reglas, mientras uno vacaciona en un país puede ubicar dónde se encuentra su Estado de Derecho. Cuba por ejemplo: las autoridades creen que están en Rusia, pero hace rato su pueblo vive en Italia. Si usted va a Argentina, están en Italia, pero la Sra. K cree que está en Mónaco, mientras aplica recetas rusas.
Nuestros políticos son divertidos. La ultraderecha siempre quiere vivir entre Rusia y Alemania. En cambio a la ultraizquierda le gusta ser oposición en Italia pero gobernar en Rusia. Esto se nota en la FECh, ellos dedicados a la "dolce vita" mientras exigen rigor ruso para los estudiantes venezolanos.
Esto es fácil de aprender y recordar. Pero la gente se confunde y sin querer se pasa defendiendo a Alemania cuando debiera defender siempre a Inglaterra. Por ejemplo, la diferencia entre respetar el texto claro de la ley o respetar el esquivo espíritu de la misma es monumental; es la diferencia entre vivir en Inglaterra o Alemania. Los más enredados de todos son los periodistas, defienden su derecho a ejercer en Italia, pero a los empresarios y profesionales les exigen que ejerzan en Rusia o Alemania, y a los funcionarios estatales les demandan que crucen de Alemania a Inglaterra. Si tienen éxito, olvídense de la libertad de expresión.
Los funcionarios públicos chilenos en general son muy proclives a confundirse y tratar de meter a los privados en Alemania, donde viven ellos; como que les molesta ese dejo despreocupado y libre de los "ingleses".
Me preocupa, eso sí, que en Chile se ha ido creando una creciente dicotomía en algo que era muy respetado por nuestra tradición jurídica, como es la igualdad ante la ley. Hoy, si usted es mapuche, ambientalista, dirigente universitario o sindicalista portuario, los jueces y la policía lo tratan como si viviera en Italia. Por el contrario, si usted es un chileno normal, o peor, si es empresario, entonces lo tratan como "ruso". Ojalá esta sea una moda pasajera.
Esta discusión invade todos los ámbitos de la actividad y es importante tenerla presente, porque se apareció marzo y se viene una discusión constitucional y legislativa con miradas desde "rusas" hasta "italianas".
De hecho, no sería malo extender un poco las vacaciones y que varios se dieran una vuelta por Cuba, Argentina o Venezuela, para que vean que las experiencias políticas que crean muchos derechos, pocos deberes y generan expectativas desmedidas, siempre parten a la "italiana" y terminan a la "rusa".
Como resulta obvio, no pude desconectarme en todas las vacaciones y solo pensé en leyes. Por eso me hice el firme propósito de defender durante el año nuestra tradición jurídica y nuestras libertades personales, que me sospecho van a estar fuertemente amenazadas por el lado oscuro de la fuerza. "God Save the Queen!".