Uno de los fenómenos más extraordinarios de la industria moderna es la manera en que Walt Disney logró administrar su propia imagen hasta su muerte en 1966 y creó los mecanismos necesarios para que ella siguiera protegida en las décadas sucesivas, algo que no consiguió la mayoría de los titanes del capitalismo del siglo XX. Dos de esos poderosos dispositivos se llaman Disney Enterprises, Inc. y The Walt Disney Family Foundation. Sus marcas se encuentran en casi todos los productos fílmicos que se refieren a su fundador y si no fuese por un par de documentales independientes (Hollywood on trial, 1976, y Trumbo, 2007) hasta se habría olvidado la poco edificante participación de Disney en los años del maccarthysmo.
Esta circunstancia es totalmente extrafílmica y puede tener alguna o ninguna importancia a la hora de evaluar esta película. El espectador decidirá.
El sueño de Walt narra la parte final de la obsesiva persecución por Disney, prolongada durante más de 20 años, de los derechos de la novela “Mary Poppins” y algunas de sus secuelas, escritas por la australiana P.L. Travers, para llevarlas al cine.
Desde su casa-refugio en Londres, en 1961, la huraña solterona Travers (Emma Thompson) se resiste a ceder los derechos de su obra, pero la falta de ingresos la obliga a considerar una negociación en el Hollywood que detesta de la manera visceral en que lo hacían los intelectuales de los 60. En Los Angeles, Walt Disney (Tom Hanks) aspira a cumplir con una promesa hecha a sus hijas dos décadas antes y se niega a que se considere su proyecto como una mera pieza comercial dentro de su imperio de la felicidad infantil.
El encuentro entre P.L. Travers y Walt Disney es el conflicto superfluo. La hosca señora rechaza lo que Disney quiere hacer con su obra –un musical, dibujos animados, personajes básicos- y Disney trata de convencerla de que no traicionará su espíritu.
Pero la arquitectura de la película indica otra cosa. Es una construcción binaria, entre el pasado de la escritora, en 1906, y el presente en Hollywood. Mientras trabaja en la adaptación de su obra., P.L. recuerda su infancia y, especialmente, al padre cariñoso y autodestructivo (Colin Farrell), que la acompañó durante sus primeros años.
Mientras procura sin éxito quebrar la resistencia de P.L., Disney percibe que la historia de “Mary Poppins” es la de la escritora y que la clave de todo es el padre, el señor Banks que necesita ser salvado del juicio de la propia hija. Mary Poppins, la institutriz mágica, no importa casi nada. De modo que este Disney no solo es generoso, sino que dispone de un talento psicoanalítico que le permite al fin realizar la película. (Fue estrenada en 1964 y, descontadas las nostalgias sesenteras, yace con justicia en el jardín del olvido). Aun adornada con un final meloso, El sueño de Walt obliga a preguntarse: ¿no será mucho?
Ah: el copyright pertenece a Disney Enterprises, Inc.
Saving Mr. Banks. Dirección: John Lee Hancock. Con: Emma Thompson, Tom Hanks, Colin Farrell, Annie Rose Buckley, Paul Giamatti, Ruth Wilson. 125 minutos.