Esta película comienza in media res, cuando Irving Rosenfeld (Christian Bale) y dos cómplices se preparan para tender una trampa al alcalde de Nueva Jersey, Carmine Polito (Jeremy Renner), en una habitación del Hotel Plaza. Es una introducción clásica del cine negro, una proposición para entrar en un mundo donde no habrá sino artificio y engaño.
En efecto, se trata de tramposos. Solo que Irving no está a la altura del trabajo del Plaza. Es un estafador de poca monta que ha logrado cierta prosperidad vendiendo certificados falsos a gentes más aproblemadas y que ha establecido una alianza romántico-delictual con la ex bailarina Sydney Prosser (Amy Adams), a pesar de estar casado con otra perdedora, Rosalyn (Jennifer Lawrence). El caso es que mientras Irving y Sydney ejecutan sus latrocinios, interviene en sus vidas el agente del FBI Richie DiMaso (Bradley Cooper), que les ofrece inmunidad a cambio de que lo ayuden a capturar a algunos peces gordos.
Es 1978, cuando el desastre de Vietnam, la crisis del petróleo y el escándalo Watergate han sembrado en Estados Unidos la imagen de una clase política inepta y corrupta, que ha dejado de ser omnipotente. Cualquier listillo con sed de gloria está dispuesto a iniciar una nueva cruzada en contra de esos dirigentes. Ese sujeto es en esta película el agente federal DiMaso, no exactamente lo contrario de la justicia, sino que una fantasía megalómana de ella.
En el centro del esquema de DiMaso queda el gobernador Polito, cuyos contactos con la mafia y el Congreso lo convierten en el candidato perfecto para un gran escándalo político. Los tres estafadores no son gente muy astuta, por lo cual las tensiones del trabajo se sobreponen a otras, con las mujeres, los problemas domésticos y los deseos reprimidos, que a ratos ocupan los momentos más hilarantes del relato.
El director David O. Russell, un hombre ya maduro en Hollywood, tiene una trayectoria que incluye cintas como Tres reyes y El lado bueno de las cosas, y su popularidad en la industria se expresa en el hecho de que en el reparto hay más celebridades no acreditadas (Robert de Niro, entre otros) que sujetas a contrato.
Pero aquí Russell tributa, sin ninguna duda, a Scorsese. La forma de estructurar el relato, el uso de narradores diversos, las audacias con el punto de vista y el despliegue de la música pop vienen del gran maestro neoyorquino. A pesar de esa evidente influencia, Russell no es Scorsese. Sus personajes no van en el camino al infierno, sino que se mueven en el mundo más pedestre del fracaso. No se alimentan del exceso, sino de los límites. Carecen de grandeza y, como a los sujetos de los hermanos Coen, les sobra un cuajarón de estupidez. Pero por eso mismo son interesantes, intensamente atractivos, vívidos, cómicos y fatales. Este largometraje puede ser visto como un Scorsese en clave menor, pero también como un Coen en clave mayor, y ambas cosas son más que estimulantes.
American HustleDirección: David O. Russell
Con: Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Robert de Niro.
138 minutos.
Ascanio Cavallo