A mediados de los 40, el productor Samuel Goldwyn compró los derechos del cuento "La vida secreta de Walter Mitty", de James Thurber, que se había inspirado en un personaje cómico de otro escritor prestigioso, Robert Benchley. Cuando se anunció el rodaje del proyecto, Thurber trató de recomprar los derechos, pero Goldwyn siguió adelante con la película que en Chile sería estrenada como Delirio de grandeza, dirigida por el poco inspirado Robert Z. McLeonard, con el estrellato del comediante Danny Kaye, que nunca fue muy gracioso. A pesar de todo -y con un par de números musicales incluidos-, se convirtió en uno de los éxitos de la comedia hogareña de 1947.
Casi 70 años después, los herederos de Goldwyn han puesto su propiedad a disposición de Ben Stiller, que la actualiza con un toque anticapitalista más decidido. El Walter Mitty es un hombre frustrado, que ha tenido una vida opaca y dependiente de su madre. Para escapar de su melancolía, se imagina en aventuras heroicas, mientras sueña con una mujer que jamás se interesaría en alguien tan rutinario.
En la nueva versión, Mitty (Stiller) es el jefe del archivo de negativos de la revista Life, y ella, Cheryl Melhoff (Kristen Wiig), una compañera de trabajo. El relato comienza cuando Life ha sido vendida a una corporación que piensa terminar con este clásico del periodismo visual. Para el último número, el arrogante nuevo jefe (Adam Scott) quiere una foto captada por el legendario Sean O'Connell (Sean Penn). Pero el negativo está perdido y Walter Mitty se lanza a una búsqueda desesperada por los confines del mundo.
Entre la intriga original y esta no hay ningún otro punto de contacto que la inmadurez de Mitty. Pero en la nueva versión, la persecución de la foto perdida permite a Mitty ajustar cuentas con su adolescencia, unos años demasiado normales y domésticos para sustentar una vida de emociones. Mitty es lo que es porque fue lo que fue.
Esta podría ser una idea perfectamente conformista y algo de ese trasfondo conservador permanece en el tono parabólico de la historia. Pero Ben Stiller la carga con su explosivo sentido de la paranoia, su manera de ver el mundo como si fuese una permanente amenaza terminal, su intuición de que el espíritu del winner depreda la noción misma de normalidad. Stiller usa su rostro con un sentido de desmesura psiquiátrica que recuerda a Jerry Lewis o a Peter Sellers (jamás a Danny Kaye) y ese estilo ya lo convierte, por sí solo, en uno de los comediantes más sugerentes de los últimos años.
Ocurre que además Stiller completa ya 20 años dirigiendo películas (la primera fue la atractiva La dura realidad, emblema de la Generación X) y, mientras refina el control de sus recursos visuales, se mantiene fiel al mundo de conciencias quebrantadas que ha ido desarrollando. Tal como va, en el momento menos pensado descubrimos que el cómico Stiller es también un cineasta notable.
The secret life of Walter Mitty.Dirección:
Ben Stiller.
Con: Ben Stiller, Kristen Wiig, Shirley McLaine, Sean Penn, Adam Scott.
114 minutos.