"El juego de Ender" la dirige el sudafricano Gavin Hood, que ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera por "Tsotsie" (2006), y está basada en la novela más famosa del estadounidense Orson Scott Card.
La historia respira, como la mejor ciencia ficción, un porvenir negro y tramposo, donde la mejor educación son los videojuegos, porque en las consolas y combates virtuales, los jóvenes adquieren la destreza que los viejos perdieron o nunca tuvieron: instinto, energía y audacia.
Ender Wiggin (Asa Butterfield) es el comandante que puede detener el avance de los insectores, extraterrestres alguna vez vencidos por el planeta Tierra, pero que se han recuperado y ahora se precisa una derrota total, para impedir nuevas guerras, según el consejo del experimentado coronel Graff (Harrison Ford).
El asunto es que Ender es un adolescente, casi un niño y el tercer hermano de una familia que solicitó permiso para tenerlo y criarlo, en una sociedad armada y rígida, donde se controla la natalidad, los recursos escasean y todos admiran a Mazer Rackham (Ben Kingsley), el héroe que hace años derrotó a los insectores.
Ender y un grupo son entrenados en la Escuela de Batalla, una plataforma espacial donde la carga ideológica es la que el coronel Graff anuncia y predica: ellos o nosotros.
Esta es una historia de alumnos que necesitan desprenderse de los maestros y su tutoría, cortar el hilo generacional y la manera vertical de ordenar el mundo.
La película cuestiona las enseñanzas tradicionales de la academia, tan de proezas y batallas bajo el eco imperioso de ganar, porque al frente hay un enemigo inhumano, extraterrestre e invasor. Generalmente monstruoso, feo y desconocido.
"El juego de Ender" contiene un germen revolucionario y contestatario y son estas ideas, antes que las bélicas y guerreras, las que mejor intuye el joven Ender, educado en las redes sociales y los mundos virtuales. Y un joven, quizás, sin la desconfianza y temores de sus padres y abuelos.
En cierta forma se trata del antihéroe como protagonista, porque Ender es un adolescente atormentado y sus devaneos y cavilaciones son parte de una película donde los efectos especiales y las secuencias de acción son un pretexto para una historia que en realidad no se empezó ni terminó de contar en plenitud.
"El juego de Ender" no es de superhéroes de una pieza, sino lo contrario, porque el protagonista enfrenta el organigrama generacional y cultural de su propio planeta, educado en la vocación imperialista y el impulso genocida.
Las ideas que sobrevuelan en los alrededores de la película son más potentes que la película y eso explica que este sea un caso raro y atípico, donde en vez de sobrar, más bien falta. Unos 30 minutos, con más texto, diálogos y espesura; que es justo lo contrario de tantas películas de superhéroes donde sucede lo opuesto: les sobran 30.
"Ender's game". EE.UU., 2013. Director: Gavin Hood. Con: Asa Butterfield, Harrison Ford, Ben Kingsley. 114 minutos. 14 años.