Señor Director:

He leído con atención en "El Mercurio" la iniciativa de algunos diputados de elaborar una propuesta legal para obligar a las mineras a utilizar, sobre cierto consumo de agua dulce, la desalinización de agua de mar. Nada más riesgoso que intentar resolver un problema urgente con un análisis incompleto.

Como deben saber los diputados involucrados en el proyecto, existen varias alternativas para solucionar el desafío de agua para el norte, que ellos amarran a priori a una solución específica. Las plantas desalinizadoras individuales son de hecho cuestionadas por varios aspectos; entre otros, por la alta contaminación y destrucción de la fauna marina alrededor de estas; por la falta de optimización en energía de plantas individuales; por la complejidad de su operación y mantención, y por ser agua que queda a cota del mar, que hay que trasladar posteriormente a alturas importantes.

Hoy, en la Dirección de Obras Hidráulicas del MOP se analizan proyectos de largo plazo para dotar de agua dulce al norte en sus múltiples necesidades. Estos proyectos consideran trasladar al norte los excesos de los ríos Rapel, Maule y Biobío vía acueductos. Por ejemplo, la alternativa de acueducto terrestre es tecnología simple y probada.

Me atrevo a invitar a los señores diputados preocupados de este tema esencial a seguir una de las reglas de oro de todo análisis innovador: "enamorarse" primero del problema y no de la solución.

Fernando Prieto Domínguez
Ingeniero civil hidráulico