Por primera vez un ministro de Relaciones Exteriores rindió cuenta pública de la diplomacia de un período presidencial. Una práctica que debería perpetuarse. El balance es ampliamente satisfactorio. Así lo percibe la ciudadanía. Según la encuesta Adimark GfK, la gestión internacional del Presidente Piñera recibe una aprobación del 67%, y la del ministro Moreno, del 83%. Las valoraciones superan a predecesores y a otras políticas públicas. En este mandato se incrementaron el prestigio, la influencia y la integración internacional de Chile, excediendo a las limitaciones de su geografía, tamaño de la economía y población.
Al importante legado de políticas de Estado de gobiernos anteriores, se suman logros significativos: reelección en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con un apoyo sin precedentes; creación de una Dirección Vecinal en la Cancillería, para el diálogo y mayor integración con los vecinos y la región, incluyendo a Bolivia, con la reparación del tren de Arica a La Paz y modernización de pasos fronterizos; consolidación de la Alianza del Pacífico, considerada mundialmente como el acuerdo de integración más atractivo de Latinoamérica, convenido entre Chile, Perú, Colombia y México; profundización de los lazos interamericanos, con China, con Europa y con el Asia Pacífico; tratados comerciales con Turquía, Malasia, Hong Kong, Tailandia e India, y apertura de negociaciones con Indonesia, y densificación de las relaciones con Estados Unidos, con exención de visas pronta a concretarse y programas de transferencia de conocimiento, tecnología, ciencia y educación. Todo, trabajando con la diplomacia profesional, con 80% de embajadores de carrera, porcentaje no logrado en décadas. El positivo recuento es prácticamente interminable.
La convivencia en Latinoamérica no ha sido fácil de alcanzar, con Chávez, Castro, Maduro, Fernández Kirchner, Morales y Correa, que frustran la integración de la región con populismos destructores de las economías y libertades.
Quedan tareas pendientes. Otra vez se postergó la reforma de la Cancillería, seguimos estancados en una costosa misión militar en Haití, sigue siendo tímida nuestra presencia en el África subsahariana, preferimos contemporizar con el ALBA en aras de la convivencia y deben concluirse las negociaciones sobre el acuerdo Transpacífico.
Continúa el suspenso por la demanda peruana ante La Haya. El ministro y el Presidente se han involucrado intensamente con el calificado equipo y línea jurídica iniciados por sus antecesores para defender el límite marítimo fijado por el paralelo que atraviesa el Hito n° 1. No hay garantía de éxito. Está la seguridad de haber hecho un trabajo excelente y la tranquilidad de haber rechazado las presiones políticas internas para tensar las relaciones con Perú.
La seriedad y la dedicación son la marca de la exitosa política exterior del Presidente Piñera y de su canciller.