Esta película no oculta su atmósfera e influencias; más al bien al contrario, las destaca y subraya, para que nadie se pierda.
Son las medidas de un policial adulto, sombrío y tenso, que tiene a David Fincher y “Zodíaco” (2007), o a Clint Eastwood y su “Río místico” (2003), en el espejo retrovisor.
El canadiense Gilles Villenueve es un director de pocas películas, pero todas premiadas y elogiadas, y la anterior, “Incendies” (2010), fue nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera.
Esta es su primera producción estadounidense, y por dinero y estrellas del cine es, sin duda, su apuesta de mayor envergadura.
Es el país de la clase media, son personas educadas en los ritos tradicionales y por eso dos familias se reúnen para celebrar el Día de Acción de Gracias.
En esa fecha tan señalada se inicia el drama, cuando las hijas pequeñas de ambos matrimonios son secuestradas.
El carpintero Keller Dover (Hugh Jackman), un hombre religioso y con fe en la oración, no tiene dudas a la hora de perseguir a un sospechoso y se puede transformar en un ser sangriento y cruel.
El detective Loki (Jake Gyllenhaal) tiene experiencia, intuición, método y la soledad del corredor de fondo; es decir, siempre llega hasta el final.
Estos dos personajes, cada uno por su camino, son los que lideran una búsqueda errática, desesperada y azarosa.
“La sospecha” tiene un reparto que es pura solidez y oficio –Viola Davis, Paul Dano o Melissa Leo– pero lo más temible es la materia física de la ciudad.
El director Gilles Villeneuve encuadra el tronco y las escamas de un árbol, una botella de bebida con un brebaje oscuro o bien el interior de una casa rodante.
La ciudad fría, resbalosa y lluviosa transmite una sensación de inseguridad que flota y se estaciona en las imágenes. No es más que un gigantesco espacio urbano donde no hay palabras para describir sus horrores ni tiempo para descubrir sus pecados, que se esconden por sótanos callados, casas abandonadas o cobertizos herméticos.
“La sospecha”, de esta manera, no solo percibe la ausencia de la bondad y el bien, sino que también alumbra el silencio de una ciudad moralmente sucia y eso, claro, la convierte en un policial poderoso y estremecedor.
Es una ciudad donde los gritos de un inocente jamás se escuchan y más si es niño o niña. Un horizonte de cemento donde se percibe la dureza, el dolor y la crueldad, y un plano de calles, carreteras y plazas, no es más que el mapa de un laberinto mortal.
Apenas hay vestigios de un mundo inmaterial, espiritual o incorpóreo, y lo que más fuerte resuena en la historia es el silencio de Dios.
“La sospecha”, entonces, se concentra en los materiales físicos y en esos mudos testigos de cualquier acto criminal, según describe la crónica roja: un martillo viejo, ropa de niño, un candado roto o un calcetín con sangre.
“Prisoners”. EE.UU., 2013. Director: Gilles Villenueve. Con: Jake Gyllenhaal, Hugh Jackman, Melissa Leo. 153 min. Mayores de 14.