Así se denomina un sketch de Les Luthiers en que imitan a un canal de televisión, y donde el programa de concursos lleva el nombre que titula esta columna “¿El que piensa?…¡Pierde!”. Así, este grupo humorístico argentino contribuye con su homenaje a la inteligencia que despliega la TV.
Nuestra política no anda mucho mejor, y dado el festival de malas ideas y contradicciones en que está sumido nuestro querido Chile, he decidido bautizarlo como el país del que “Piensa pierde”.
En el país del que “Piensa pierde” se arma un escándalo con el Banco del Estado y Cencosud porque a sus deudores les repactaban las deudas presumiendo su consentimiento si no contestaban. Ahora, sin embargo, nuestros legisladores han decidido presumir su consentimiento en la nueva ley de donación de órganos. En otras palabras, a usted le pueden sacar el corazón o los riñones sin permiso, pero no cobrarle intereses.
En el país del que “Piensa pierde”, un profesor de derecho constitucional denuncia como tramposa la Constitución y, acto seguido, inventa una trampa para modificarla. Los ideólogos educacionales se oponen a los liceos de excelencia, porque quieren que los mejores alumnos se queden en sus colegios de origen para mejorar al resto. Con ese criterio, Alexis Sánchez debiera seguir jugando en Tocopilla, y no en el Barcelona, porque no se quedó a mejorar a los suyos.
En el país del que “Piensa pierde”, todos quieren andar con iPod, iPad, iPhone, y jugar “play” 24/7 “estar full conectado ¿cachái?”, pero no permitir que se genere electricidad. Las “peloláis” se oponen a las torres de alta tensión en el sur mientras hacen shopping debajo de una torre en Alonso de Córdova. Los jóvenes reclaman a favor del medio ambiente con un pucho entre los labios, y un pueblo que se apagaba como Freirina echa a uno de los pocos empresarios que se acordaron de que existía, y que se atrevió a invertir en él.
En el país del que Piensa pierde, el ministro de Salud de un gobierno de derecha, no contento con que el Estado se meta en nuestra billetera y en nuestro dormitorio, fomenta que ahora se meta en nuestra cocina y nos diga qué podemos o no comer.
En el país del que “Piensa pierde”, los políticos dicen que para que Chile se desarrolle hay que subir impuestos; para mejorar la educación universitaria hay que regalarla, y para mejorar la calidad de los colegios, hay que evitar que los padres paguen por ellos.
En ese mismo país, el reparto de bonos (marzo, tercera edad, etc.) para que la gente los gaste en el comercio es un acto de justicia social, pero darles bonos para que paguen el colegio que elijan para educar a sus niños es un fomento al lucro.
En el país del que “Piensa pierde”, la solución para el problema previsional causado por las lagunas previsionales, los mayores sueldos y la mayor sobrevivencia de los chilenos es hacer una AFP estatal. Y en ese mismo país, los políticos piden más Estado mientras los chilenos padecemos el paro del Registro Civil, de los basureros, y de cuanto servicio público monopólico existe.
En ese país la frivolidad campea y todos opinan sobre lo que no entienden. Los médicos sobre los proyectos eléctricos, los socialistas sobre creación de riqueza, los estudiantes sobre enseñanza superior, los curas sobre economía, y los abogados sobre cualquier cosa.
En ese país paradójico, los ideólogos de la educación y salud pública, y que quieren limitar nuestra libertad de elegir, educan a sus hijos en colegios privados y se atienden en la clínica Las Condes.
En el país del que “Piensa pierde” celebramos a los emprendedores, pero si tienen éxito los llamamos empresarios, y los reventamos. Un ex general es funado por la prensa por ir a dejar a una víctima inocente a un convento, pero un honorable que lideró a un grupo terrorista que mató a mucha gente es parte de la coalición que aspira a la Presidencia.
Para finalizar el concurso, para el cual usted se cree bueno, adivine qué quiere hacer un sector de Chile con el sistema económico, político y jurídico que sacó al 40% de los chilenos de la pobreza y que multiplicó varias veces la riqueza del país …! Si ¡pensó… perdió!