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Editorial
Miércoles 13 de noviembre de 2013
La advertencia de la parodia
La ausencia de dirigentes tradicionales tal vez altere durante el próximo año lo que ha sido el habitual funcionamiento de la representación estudiantil en la citada Facultad...
En la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile se ha dado una situación peculiar, con el triunfo en las elecciones para el Centro de Alumnos de ? una lista denominada “RetroCEDamos”, que surgió como deliberada parodia de la política universitaria —y, como tal, aunque revestida de humor, de acre crítica de la misma—. Con propuestas calificadas como “delirantes” o “alocadas y transgresoras”, tales como “paralizar la facultad durante los partidos de Chile en el Mundial de Fútbol” o “crear la semana sin el ingreso de pobres”, entre muchas otras, en primera vuelta obtuvo la primera mayoría, y la lista trotskista la segunda. Para revertir ese resultado, comunistas y socialistas —en forma inédita— apoyaron a los trotskistas, pero eso no fue suficiente para conseguirlo.
Es paradójico que precisamente en una de las facultades del país cuya política universitaria ha sido más intensa e intelectualmente rica en nuestra historia, y de cuyas aulas han egresado 16 presidentes de Chile, haya triunfado “RetroCEDamos”, cuyas propuestas parecen simplemente una caricatura de las prácticas usuales de los conglomerados universitarios en los últimos años.
Que tal lista y programa se presentaran pudo ser solo una humorada estudiantil como tantas otras, e incluso hay un precedente parecido —aunque menor— en Periodismo de esa misma universidad, en 1988. Pero que triunfara como lo hizo ha causado escozor en muchos estudiantes y académicos de dicha universidad, y también en otros sectores, por lo que puede representar como señal para el país. Algunos han tildado de irresponsables a los votantes y ha existido una fuerte presión de la actual dirigencia universitaria para que los candidatos electos no asuman sus funciones. De hecho, tres de los elegidos anunciaron que no asumirían sus cargos (creando cierta incógnita, porque los estatutos no parecen claros respecto de cómo reemplazarlos), pero Álvaro Valenzuela ha confirmado que asumiría la presidencia que ganó, pues —dijo— “tenemos algunas ideas y podemos sacar adelante la tarea”.
Por otra parte, es de notar que la alusión a “retroceder” que inspira el nombre de la lista referida envuelve no solo una broma, sino también una orientación de izquierda no tan distinta de otras, o que al menos puede ser aprovechada por los grupos ya conocidos de esa tendencia. Su lema “Un paso adelante, tres hacia atrás”, si se lo traduce en críticas serias, parece incluir así una denuncia de la transición no radical a la democracia, de las políticas ante las etnias, del sistema político y económico.
El electorado estudiantil quizá no necesariamente advierte esto último, pero en su apoyo sí hay una advertencia a sus dirigencias de los últimos años. La ausencia de dirigentes tradicionales tal vez altere durante el próximo año lo que ha sido el habitual funcionamiento de la representación estudiantil en la citada Facultad. Pero, más allá del ámbito interno y de los proyectos propios de los alumnos, cabe preguntarse por las razones de este fenómeno. Las interpretaciones apuntan principalmente a estimarlo un voto de castigo y censura a una forma de dirigencia excesivamente ideologizada, y aun con ciertos rasgos mesiánicos, que ha predominado en los últimos años. Si bien la sobreideologización no ha sido exclusividad de la Universidad de Chile y también ha estado presente en la mayor parte de los planteles de educación superior, ha sido especialmente fuerte en la Facultad de Derecho de esta: paros prolongados —muchas veces como fruto de votaciones y asambleas realizadas con baja información, pocas garantías democráticas y votaciones minoritarias— han afectado fuertemente a los alumnos, dañando sus posibilidades de egresar con la plenitud del capital formativo característico del prestigio histórico de la misma, para enfrentarse a una sociedad globalizada altamente competitiva. Más allá de rebeldías juveniles, la gran mayoría de los alumnos quiere ante todo estudiar, sin perjuicio de sus preocupaciones por la cosa pública y de una adecuada representación estudiantil.