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Editorial
Domingo 10 de noviembre de 2013
¿Solo reparo jurídico-institucional?
El innecesario y evitable error del Gobierno a este respecto —felizmente corregido sin insistir en él—, confirma una vez más que flaquea de modo persistente la asesoría política del máximo nivel en La Moneda...
Han sorprendido las ásperas declaraciones del presidente (s) de la Corte Suprema, Milton Juica, formuladas después de que el Ejecutivo había ya rectificado públicamente su anterior planteamiento respecto de la eventual creación de un “observatorio judicial”. Por cierto, es indiscutiblemente legítimo que respecto de ese episodio cualquier instancia privada, política o parlamentaria formule conceptos tales como “Entonces, ¿en qué quedamos? Aun cuando se esté en una situación electoral, (…) tiene que darse con un cierto grado de seriedad que nosostros no advertimos. Lo que se advierte es mucha improvisación, de pocas cosas coherentes” (declaraciones del ministro Juica). Conceptos parecidos vertió el ministro Sergio Muñoz, quien estimó que “no debe llamar la atención si la gente tiene acceso a la información. Distinto es que esto se quiera hacer por una finalidad política de fiscalización, porque eso está prohibido por la Constitución”.
Pero semejantes pareceres difícilmente pueden sino estimarse como juicios algo provocativos, y como tales extrañan en boca de altos personeros del más alto tribunal. Tal parecería que, pese a la rectificación total y oportuna, mediase un ánimo de mantener abierta esta polémica, sin voluntad de concordia cívica.
La inconveniencia institucional y los reparos jurídicos a dicha propuesta habían sido ?representados editorialmente por este diario antes de la rectificación por el Ejecutivo, advirtiendo que si bien tal instrumento responde ?a una idea legítima, “podría ser utilizado con fines nefastos. Nada obsta a que la realicen ?instancias privadas, pero de ningún modo debería el Estado tener injerencia alguna en su financiamiento ni actividad”. Y cabe acoger ?con beneplácito que ese criterio haya prevalecido en definitiva, y que el anterior se haya ?corregido de inmediato.
Como lo observó el ministro del Interior, tal vez hubo algo de precipitación en todo este incidente. Es positivo que el viernes el ministro Hugo Dolmetsch, también vocero de la Corte Suprema, en una declaración pública al respecto hiciera saber que ella, “en atención a los nuevos antecedentes públicamente conocidos (…) y que consisten en que tal idea no se llevará a cabo en los términos proyectados (…), estima totalmente superado el referido asunto”.
En todo caso, este episodio parece revelar una manifestación más de la preocupante crispación que ha caracterizado al mundo político en la campaña electoral en curso, pero de la judicatura es esperable que sea capaz de mantenerse al margen de la misma, dada la exigencia de imparcialidad y prescindencia de esas pugnas que es propia de su esencia.
Por otra parte, el innecesario y evitable error del Gobierno a este respecto —felizmente corregido sin insistir en él—, confirma una vez más que flaquea de modo persistente la asesoría política del máximo nivel en La Moneda.
Estrecha victoria en la FEUC
En segunda vuelta, la elección a la presidencia de la FEUC fue ganada por estrecho margen —133 votos— por la lista Nueva Acción Universitaria (NAU) sobre la lista del Movimiento Gremial. Durante las largas horas del recuento de votos, llamó la atención que los partidarios del grupo vencedor gritaran incansablemente la consigna “¡Y va a caer… la educación de Pinochet!”. Tales manifestantes parecen ignorar que la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) hoy vigente, que derogó la normativa precedente, fue aprobada en 2009 tras un gran acuerdo político, lo que fue celebrado en La Moneda por la entonces Presidenta Bachelet con los máximos personeros de todos los partidos, que se cogieron de las manos y levantaron con entusiasmo los brazos, y ese hecho fue consignado como un gran logro del gobierno de la época. El ex Presidente Pinochet había dejado el poder 19 años antes y fallecido en 2006, de modo que lo que el NAU ataca, en realidad, es una fantasmagoría. ¿Por designio o ignorancia? Es desorientador para las nuevas generaciones en todo caso, y tanto más lamentable por provenir de los que se presume los jóvenes mejor formados del país.
Como fuere, es llamativa la ostensible recuperación del electorado gremialista en la UC (49,47% versus 50,53% del NAU). Hay allí un fenómeno que deberá observarse con atención, pues no ha sido infrecuente que las elecciones estudiantiles anticipen tendencias.