La situación es mínima: a 600 kilómetros del planeta, en el espacio ingrávido y silencioso, la pequeña estación espacial STE-157 sufre una avería que debe reparar un reducido grupo de cosmonautas encabezado por la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) y el especialista Matt Kowalski (George Clooney). Un accidente en un satélite ruso que estalla en la órbita terrestre lanza miles de fragmentos a velocidades asesinas y provoca una reacción en cadena con otros aparatos espaciales.
La doctora Stone se ve lanzada al vacío y Kowalski debe hacer un esfuerzo angustioso por rescatarla. Ambos quedan como los únicos sobrevivientes de la STE-157 destruida y su única esperanza descansa en una estación internacional que ya no funciona, en una base rusa arrasada o en una estación china más lejana.
Todo esto comienza con una alucinante secuencia sin cortes, donde los protagonistas trabajan sobre el trasfondo de un negro espacio sin ruidos y las imágenes de una tierra lejana, de belleza casi abstracta, que se ilumina o se oscurece según la evolución de la órbita solar. Hay que remontarse a unas pocas grandes películas sobre el espacio exterior para encontrar un lirismo semejante a los de estos primeros minutos.
Pero tiene igual importancia lo que sigue; la lucha desesperada de la doctora Stone por escapar de la debacle espacial no da respiro. Cada momento es agónico y propone la idea tremenda de que la mujer, que ha perdido a su única hija de 4 años, no podrá regresar a la Tierra con los últimos recursos que se agotan. Sólo entonces se hace visible que la tragedia de la doctora tiene alcances más amplios que los de una astronauta estresada.
Gravedad entra a lo grande en el género de la ciencia ficción y en la categoría de la exploración del espacio exterior. Pero, junto con eso, es una película sobre la muerte. La doctora Stone sobrelleva su peripecia con el dolor de la pérdida de su hija, y esa aventura la conduce hasta los bordes de la muerte misma. La muerte es, al fin, el territorio sin fronteras del espacio negro, el lugar de la errancia eterna que aguarda a las conciencias muertas. Hay un angst que recorre a esta película por detrás y por arriba, y que es muy superior a sus dimensiones de espectáculo: es la temible aproximación del cine hacia su propio fin.
El cineasta Alfonso Cuarón lleva a estos niveles cósmicos su obsesión (mexicana) con la muerte, presente en Grandes ilusiones, Y tu mamá también, Harry Potter y el prisionero de Azkabán y, de manera más integral, la prodigiosa Los hijos del hombre, en una acumulación de fuerza estética que quiere resultar progresiva, cada vez más profunda.
Junto con los documentales La caverna de los sueños olvidados, de Werner Herzog, y Pina, de Wim Wenders, y la fantástica Hugo, de Martin Scorsese, Gravedad es también una de las más selectas justificaciones del 3D como una forma legítima del cine, y acaso extraordinaria en su costilla de experiencia visual.
Gravity. Dirección: Alfonso Cuarón. Con: Sandra Bullock, George Clooney, Ed Harris (voz). 91 minutos.