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Editorial
Lunes 21 de octubre de 2013
¿Sindicalización obligatoria?
Sorprende que en Chile se propicie una sindicalización automática sin equivalente en el mundo y que afecta seriamente la libertad personal.
En esta campaña electoral se ha vuelto a plantear la afiliación automática de los trabajadores a los sindicatos. Enarbolada principalmente por la CUT, ha sido acogida por muchos dirigentes de la Nueva Mayoría, e incluso el vicepresidente de Icare ha expresado que sería "deseable" la "sindicalización automática con barreras de salida expeditas".
Esto presume que la mejor forma en que el trabajador puede mejorar sus condiciones laborales es mediante los sindicatos, lo cual no se condice con la realidad ni con la tendencia mundial: en las últimas décadas ha caído la tasa de sindicalización en la mayor parte de los países, pese a tener estatutos laborales muy variados. Desde los años 60, la tasa de sindicalización promedio ha caído a la mitad (de 35 a 17%), y esta tendencia ha sido más fuerte aún en los últimos años. Así, en Alemania, el año 2000 la tasa de sindicalización era de 25%; hoy solo llega al 18%. En el mismo lapso, en el Reino Unido ha caído del 30 al 25%, y en EE.UU. del 13 al 11%.
Los sindicatos se originaron en el siglo XIX como respuesta a una nueva forma de industrialización, que significó la aparición de las grandes fábricas. Un trabajo muy homogéneo y mecánico hizo que los sindicatos jugaran un rol clave en la defensa de los trabajadores. En las nuevas formas de producción actuales, su importancia ha caído. La información, la mayor competencia y la escasez relativa de trabajadores han llevado a que no sean principalmente los sindicatos las vías para los mejoramientos salariales, ahora mucho más vinculados al dinamismo de los mercados laborales. Sorprende que en Chile se propicie una sindicalización automática sin equivalente en el mundo y que afecta seriamente la libertad personal. Esto es válido incluso si se permite desafiliarse, ya que el costo de transacción de cualquier trámite desincentiva hacerlo, y además son previsibles presiones y represalias de los demás trabajadores contra quien opte por esa decisión.
La académica Andrea Repetto ha propuesto una fórmula distinta, la "afiliación activa", consistente en que los trabajadores al ser contratados pasen a pertenecer al sindicato por un período corto (un mes), después del cual debería ratificarse la permanencia en las dependencias del sindicato. La diferencia es sustancial: las cláusulas por omisión (en este caso la afiliación automática, a menos que se rechace) han sido criticadas en otras actividades económicas, por considerarse que vulneran la real voluntad de las personas.
Lamentablemente, en el debate laboral han estado ausentes otros aspectos más relevantes, como, por ejemplo, propuestas de adaptabilidad laboral para incorporar a más mujeres y jóvenes al mercado del trabajo. Es de esperar que en las semanas que quedan de campaña se conozcan propuestas más modernas y más pro trabajador.