—Buena la franja política. ¿Te gustó?
—No, la encontré una lata.
—¿Ni siquiera se te quedó pegado el jingle de la franja de la Michelle?
—La Bachelet no tenía jingle. Esa era la Matthei.
—Nada que ver. La Matthei era la que va en el auto por la Costanera Norte.
—¿En el Porsche?
—No, pues. Concéntrate cuando ves televisión. El del Porsche era el rubio, el que tiene más pinta de pituco.
—¿El que se parece a Luis Miguel? Ese era el de la canción pegajosa, igual a una de Luis Miguel.
—¿Una cumbia?
—No, la cumbia era de la Roxana, la de San Bernardo.
—¿Qué no era Marco el de la cumbia?
—No, Marco es el que habla con la señora Juanita y le dice que quiere ser su jefe.
—¿No era la señora Bertita?
—¡Juanita! Las señoras siempre han sido Juanitas, desde Lagos. La “señora Juanita” es un personaje tipo, un símbolo. Tú no entiendes nada de política.
—Entiendo más que tú. Entendí perfecto que la Michelle se vino de Nueva York, renunciando a una vida de lujos y comodidades, en un país desarrollado, para rescatarnos.
—¿Viste que no cachas nada? El que se vino de Nueva York fue Sfeir, el señor de la túnica. El economista, el que aparecía con unas pantallas como de la bolsa de Wall Street. El que es el más de derecha de todos.
—¿De derecha? Cómo va a ser de derecha, si es ecologista. El de derecha es Parisi.
—¡Parisi es de izquierda, por Dios! Si en la franja aparece al lado del monumento de Allende.
—Da lo mismo, lo que más me gustó fue el viejo que canta “Despreocupado…”. Muy divertido.
—Fue gran idea de la Evelyn.
—Dale con la Evelyn. Ese fue Claude.
—No hay ningún Claude candidato.
—Cómo que no, por supuesto que hay un Claude.
—¿Y de qué se trataba su franja?
—¡Él era el del Porsche!
—Puede ser.
—¿Y cuál te gustó más, como para ir a votar en noviembre?
—Ninguno, son todos más de lo mismo.
—Es verdad. No estoy ni ahí con la política. Pero igual voy a ir a votar. Por el que hizo el “Despreocupado…”. Todavía me da risa.
—¿Pero de quién era esa franja?
—De Marco, te dije.
—Verdad, de Marco. ¿Y vendió el Porsche?
—En realidad creo que el Porsche era de la Bachelet, ella es la que va arriba de un auto. Y acuérdate que el hijo tenía un convertible de lujo como ese. De más que se lo prestó para la franja.
—Ya, po, yo quedé claro. Para mí, Tomás es el hombre. Un siete para Chile.