Si fuera por imagen e, incluso, hasta en términos legales, las cosas para la uva tinta cinsault (o cinsaut) no están nada de fáciles. Primero, se le conoce en el sur de Chile, al sur del río Mataquito, como "cargadora", lo que significa que su mayor atributo es que da muchos kilos por parra. Eso no tiene nada de malo, el problema es lo que implica: mucho vino, pero nada interesante.
Es quizás por esa mala fama que la ley le ha otorgado un estatus de segunda clase. Mientras cepas tan poco conocidas y poco explotadas localmente, como el nebbiolo o el portugais blue, son consideradas como uvas "finas", al cinsault se le trata como de segundo orden. Junto a la cepa país ni siquiera pueden llevar el nombre geográfico en las etiquetas de las botellas que las contienen, sino que el más genérico "secano interior", a pesar de que nazcan en Itata, el corazón del cinsault en Chile. Todo mal.
La historia del cinsault en Chile debe tener unos setenta años. Se cree que las primeras importaciones fueron hechas luego del terremoto de Chillán (en 1939) para ayudar a la comprometida viticultura de la zona. Esa fue la época, además, cuando llegó el carignan. Claro que como ustedes lo deben haber escuchado por ahí, hace ya una década que al carignan le va bien. Hasta tiene una asociación de productores que la protege (Vigno) y las viñas que lo usan, ya sea en varietales como en blends, aumenta. El cinsault, en cambio, corrió una suerte distinta, al menos hasta ahora.
El primero en apostar por el cinsault fue la Viña de Martino, que en 2001 sacó al mercado Viejas Tinajas, un cinsault cien por cien de la zona de Guarilihue, en Itata, y que de inmediato llamó la atención. Un tinto hecho solo de uvas, y en antiquísimas tinajas de greda, destacó por su simpleza y su bebilidad: las botellas no solo se iban rápido de las estanterías, sino que también se bebían rápido en las mesas.
El rescate de De Martino sirvió en dos frentes. El primero fue que ayudó a conocer a otros productores pequeños de la zona que venían haciendo cinsault desde décadas. Y el segundo, que también permitió que otros miembros del "establishment" enológico nacional sintieran curiosidad y comenzaran a experimentar con esta uva.
Hay una cosa importante que saber sobre cinsault: no es rica en pirazinas, lo que en castellano significa que carece de esos aromas a pimentón verde que tanto temen los enólogos modernos. Esos implica que se puede cosechar temprano y que se pueden obtener con él vinos de gran frescor, asunto vital porque el cinsault no es, digamos, una cepa rica en acidez. Un cinsault cosechado tarde puede ser muy aburrido, plano y dulzón. Una copa y no más, por favor.
Pero cosechado en su punto de frescor, de uvas de viejas parras cerca del mar en Itata y más al sur, el cinsault corresponde al clásico vino para beberlo por litros, en verano. Nunca es muy tánico, así es que lo pueden servir frío y acompañarlo con pescados o con longanizas o con lo que quieran. No los va a defraudar. Estos son algunos de los mejores.
CINSAULT PARA AMANTES DEL CABERNET
La nueva versión de Viejas Tinajas corresponde a la cosecha 2013, un año más fresco en Itata y es quizás la más seria hasta ahora. Sigue siendo un cinsault fresco y amable en boca, pero también un vino que tiene una buena estructura, una caja torácica corpulenta que puede que guste más a aquellos amantes del cabernet sauvignon. Para los que prefieren algo más suave, está el nuevo Gallardía. También de la cosecha 2013, este sí que es un jugo de moras delicioso, fresco y listo para ser bebido este verano.
CON EL VINO EN EL ADN
Gracias al nuevo foco en el cinsault descubrimos a José Neira, un profesor de química analítica de la Universidad de Concepción, cuya familia ha hecho vinos por generaciones. Él ha tomado el relevo y su Bandido Neira cinsault es uno de los mejores ejemplos de la cepa que se puedan encontrar en Chile. El año pasado, le dimos a este vino uno de los premios a la innovación que organizan en conjunto la Revista del Campo y Wikén, y la nueva cosecha de ese tinto sigue el mismo camino: pura fruta, fresca, jugosa, textura suave; vinos que se beben con pasmosa facilidad.
DESDE EL ITATA Y BIEN HELADO
La viña Koyle es propiedad de la familia Undurraga (los ex propietarios de la viña del mismo nombre) y sus viñedos se ubican en la zona de Los Lingues. Sin embargo, para su primer cinsault, Don Cande 2013, han decidido comprar uvas en la zona de Bularco, en el valle de Itata. Criado en huevos de cemento y en barricas (el 30% en maderas viejas) este es otro de los buenos ejemplos de la cepa: sabores terrosos, muchas notas frutales de un vino suave, muy suave y de rica acidez. Para servirlo bien helado.
BISQUERTT SE DESPEINÓ
Bisquertt está agregando vinos novedosos en su catálogo. El primero de ellos fue su Escaping Rosé, un rosado delicioso hecho de la uva país. El segundo es su Crazy Rows, una mezcla de 78% de cinsault y el resto de cabernet sauvignon. El cinsalut viene de Ranquil, otro de los lugares clave en el Valle de Itata para el cinsault, pero lo que realmente importa aquí son dos cosas: la primera es que una viña establecida como Bisquertt se atreva con esta cepa y, segundo, que el resultado es encantador en su frescor.