El país de Morales
Ulises Morales (Víctor Montero) es a Santiago lo que alguna vez fue el taxista Travis Bickle a la ciudad de Nueva York.
Guardando lo que hay que guardar en las comparaciones, con el fin de que no sean odiosas ni exageradas las proporciones.
Lo del chileno no es un descenso a los infiernos, porque no hay escombros humeantes, tampoco podredumbre humana y no es un ángel vengador en una sociedad en descomposición.
El Santiago de hace un par de años es una sociedad organizada y en progreso, en la senda del Berlín de hace una década, porque esta película de Víctor Cubillos, en un alarde de globalización, es una adaptación de la alemana "Muxmauschenstill" (2004) de Marcus Mittermeier, donde un ciudadano asceta, lleno de principios y repleto de prédicas, impone una nueva moral y orden social.
El taxista de NY es la prehistoria del universo que el berlinés Mux y el chileno Morales intentan propagar y controlar.
Morales persigue a los que ingresan sin pagar a los buses, también a ladrones, piratas y grafiteros, a los que orinan en las piscinas públicas y a exhibicionistas, pedófilos y violadores.
Los atrapa, reta y les cobra lo que puede ser una multa, mientras Abel Gajardo (Ricardo Cubillos), su fiel ayudante, graba y filma a los ofensores que vulneran las leyes.
La película conforma una pareja divertida, estrambótica e inquietante, donde Morales es un monje espartano, romántico y fanático; mientras Abel es lo que podría ser la escoria: un hombre enigmático, un goloso de poco entendimiento y el inútil de cualquier familia.
En torno al misterio de estas relaciones de poder, tan llenas de dependencia, silencios y frustración, se mueve "Morales, el reformador", donde el protagonista porta un arma en la sobaquera, pero el arma fundamental es una cámara con la que Abel filma las proezas de un jefe y patrón que rebalsa discursos inflamados, severos y delirantes.
Morales, finalmente un emprendedor en el mundo de hoy, instala la oficina Conciencia y Responsabilidad, porque eso es lo que le falta a sus compatriotas y al país. En la bitácora y en las filmaciones ya figuran 1.003 colados en buses, 78 ladrones, 191 grafiteros, 17 incontinentes que ensucian piscinas y algunos crímenes mayores, que siempre son más escasos.
El caballero y el escudero persiguen a los ciudadanos que viven en sociedad y entre instituciones que funcionan, pero así como respiran es como transgreden las leyes grandes y pequeñas.
Abel es un personaje del que no se sabe lo que piensa y ni siquiera si piensa, pero detrás de la duda existe un don nadie y quizás un monstruo que espera con ansias a un líder que lo guíe, proteja y rescate.
No hay ningún führer a simple vista, pero existen sucedáneos, variantes raras y pequeñas falsificaciones, gracias a la globalización y comparaciones, siempre guardando las proporciones.
Se llama Mux, en la película alemana.
En la versión chilena, Ulises Morales.
Chile. 2012. Director: Víctor Cubillos. Con: Víctor Montero, Ricardo Cubillos, Daniela Castillo. 84 minutos. Mayores de 18 años.