No se equivoca Marco Antonio Figueroa cuando dice que la U fue goleada por Lanús por lo que él califica como “errores puntuales”. Primero, porque en toda derrota, más aún en una amplia como la sufrida por los azules, se entiende que quien la recibió cometió equivocaciones. Segundo, porque es obvio, de perogrullo, que esos errores se pueden puntualizar, poner en la pizarra, hacer una lista uno por uno...
Donde claramente no acertó Figueroa es en el sentido que le dio a tan profunda “reflexión” pospartido y tampoco hacia donde apuntó a la hora de las responsabilidades. Porque minimizó el mediocre accionar de su equipo. Y porque pretendió endosar toda equivocación exclusivamente hacia sus dirigidos.
Y resulta que la U en la noche bonaerense no solo fue un desastre. Fue eso y, además, una expresión de la poca claridad del propio Figueroa en la toma de determinaciones.
Cierto es que en el tramo de partido que se vivió entre el tercer y cuarto gol de Lanús, Universidad de Chile pareció tener las armas como para, al menos, descontar diferencias.
Pero no fue ello fruto de un renacer futbolístico. Tampoco tuvo que ver una “iluminación” desde la banca. Fue parte de la estrategia del rival que, como quedó más que claro, se sentía mucho más cómodo resguardando posiciones, cediendo el terreno y aprovechando los espacios del contraataque que armando la loca fiesta del ataque permanente. Y por eso llevó el partido al terreno que le convenía.
Figueroa, así, no supo “leer” el duelo técnico, lo que sumado a decisiones preliminares en la estructuración del equipo (¿quién entendió la presencia de González y Acevedo como zagueros centrales titulares o la incorporación de Cortés en lugar de Farfán?) conforman, sin duda, las bases para criticar su planificación y cuestionar sus determinaciones. Son sus “errores puntuales”, como los llama tan graciosamente el entrenador azul...
Lo concreto es que Figueroa, aun cuando tiene espacio para reivindicaciones y puede argumentar que él no hizo el equipo —como tanto lo recalcan los propios dirigentes de Azul Azul— debe reconocer, aunque sea interiormente y no para la molesta guerrilla periodística que tanto lo sulfura, que no ha tenido la capacidad para traducir en la cancha su propia convicción futbolística y que ello, sumado a las bajas individuales, tiene hoy a la U en un momento de cierta confusión, como quedó demostrado no solo ante Lanús, sino que en varios partidos de la competencia interna.
Comenzar con una autoevaluación parece ser un buen camino. Más aún cuando Figueroa sabe que su continuidad en la banca azul luego del término del año está, al menos, cuestionada.?
Y aquella reflexión debe hacerse sí a través de los errores puntuales. Pero los suyos.