Al término de las semanas dedicadas a conmemorar los 40 años del golpe militar de 1973, los canales de televisión chilena tienen un par de evaluaciones que hacer. Una feliz es que, como medio de comunicación, fue mayoritariamente atento a la necesidad de revisión que las altas sintonías vinieron a confirmar. Otra, incluso gloriosa, es que para eso sacó adelante esa programación especial —fuera de noticiarios o programas periodísticos— con espacios de alta factura audiovisual. Pero otra más dolorosa es que en el tipo de formatos y énfasis de contenidos elegidos para esta ocasión no hicieron otra cosa que acentuar la división que todavía atraviesa el país.
En ese sentido, sin duda, lo más destacable fue el emprendimiento que Canal 13 le encomendó a su recién creada área de proyectos especiales, con “Los mil días”, “11 íntimo”, “11: el día después”. La saga documental a cargo de Jaime Sepúlveda y conducida por Aldo Schiappacasse fue creada especialmente para las generaciones que todavía no habían nacido o eran pequeños 40 años atrás. A lo largo de esos 12 capítulos se sucedieron imágenes de archivo y nuevos testimonios que mezclaron las miradas militar y civil, y las sensibilidades que se dieron al interior de cada facción. Sin reduccionismos históricos ni juicios morales desde el relato central, cada voz pudo contribuir a una narración coral.
Y el rating no solo premió a Canal 13, que emitió de domingo a miércoles y siempre cerca de la medianoche con ratings de 16,2, 16, 5 y 14,7 puntos, respectivamente. También lo hicieron las nuevas audiencias, los segmentos de televidentes que van entre los 13 y los 17 años, los 18 a 24 años, y los 25 a 34 años, que superaron ampliamente las marcas de quienes tenían 40 o más.
Pero en las elecciones tomadas por el 13 no hay solo una postura editorial, sino que también existe una coherencia comercial. Porque en la decisión de atender a esas generaciones hay un guiño a su cliente principal, a aquel que le ha dado el liderazgo con el resto de su programación tantas veces criticada, por ejemplo, por los excesos de la denuncia, la farándula o la telerrealidad.
Todo lo contrario es lo sucedido en CHV. En el canal que más horas dedica a la programación de farándula o juvenil, para conmemorar este 11 septiembre se crearon espacios de cuidada factura, pero con un compromiso ideológico que —desde sus rostros hasta la selección de contenidos— logró impactar a un público mayor, el que supera los 50 años de edad. El espacio documental “Chile: las imágenes prohibidas” (promedio de 18,7 puntos) y la serie dramática “Ecos del desierto” (17,3 puntos), sin duda, son un lujo audiovisual dentro de la pantalla de este canal; pero, como todo lujo, aparece tan escasamente como el tono de “Tolerancia cero” dentro de su programación.
TVN, por su parte, siendo el canal llamado por ley a representar la pluralidad, encomendó la creación de “1973, el año que cambió nuestras vidas” al reputado audiovisualista Rodrigo Moreno. Sin embargo, este documental más bien convencional, dedicado a registrar los recuerdos de familiares en torno a la fecha, estuvo lejos de concitar el mismo interés. Aunque la selección de testimonios era plural, la falta de relevancia con que parecían insertos en el relato país fue su mayor debilidad. Querer cruzar la lógica de la intimidad con la de la objetividad o la imparcialidad, es un desafío no irrelevante; más aún cuando no se define una opción.
En cambio, La Red, el canal que decidió crear un segmento de entrevistas dentro de su late show “Mentiras verdaderas”, no apostó por un gran relato institucional, sino por la humanización de la crisis de hace 40 años. Jean-Philippe Cretton, rostro joven y cálido, se emocionó y sorprendió como muchos de sus contemporáneos lo pueden hacer ante relatos de monstruosidad. Pero esos contenidos más centrados en los excesos de la dictadura le dieron al segmento —al igual que los espacios de CHV— un perfil de audiencia preponderantemente superior a los 50 años.
Mega fue el único canal que decidió restarse de la creación de programación especial, dejando todo en manos de su noticiario central. Eso dice bastante de su posición editorial. Los silencios hablan tanto como los gritos de protesta —CHV y La Red— o los coros bien —Canal 13— o mal afinados —TVN—, con que este 11 de septiembre se conmemoró.