Señor Director:
Sorprende la ambigüedad de la
carta del profesor Julio Alvear. ¿Qué pretende al sostener que el "perdón" y el "nunca más" "debieran ser una actitud que pese sobre todos"? ¿Quiere hacernos creer que podemos equiparar el juicio político que legítimamente cada uno de nosotros pueda tener respecto del gobierno de la UP con la violación sistemática de DD.HH. llevada a cabo por la dictadura cívico-militar?
A 40 años del golpe, no hay otra lectura que honre una memoria histórica común para todas y todos los chilenos que la condena unánime, sin rodeos ni medias tintas, del terrorismo de Estado que azotó implacablemente nuestro país, cuyos únicos responsables directos son los participantes de la dictadura cívico-militar. Cualquier otra actitud es inadmisible política y moralmente. Chile fue controlado rápidamente por la junta militar, no hubo -como lo prueba toda la documentación disponible- enfrentamientos auténticos ni menos una oposición armada al golpe o un estado de guerra interna. En definitiva, no pasó nada que permita relativizar una firme condena a la política de exterminio implementada por la dictadura.
Por último, sobre peticiones de "perdón" y "nunca más" la izquierda chilena, luego de un largo y doloroso periplo, ha efectuado lo que genuinamente deben hacer las fuerzas políticas para hacerse cargo de su pasado: renovar su ideología, asumir sus errores abrazando los principios democráticos sin condiciones y una economía capitalista humanizada con signos de un auténtico Estado de Bienestar.
Lamentablemente la derecha, o una porción demasiado relevante de ella como lo prueba la escalofriante soledad del Presidente de la República en su condena a la dictadura, todavía no es capaz de asumir una democracia sin trampas ni tampoco una verdadera economía capitalista defendiendo, más bien, un corporativismo de inspiración capitalista. Entonces, me pregunto, ¿quién tiene que pedir perdón? ¿Quién le debe al país y a su propio sector un verdadero mea culpa ? Tengo la sensación de que no es la izquierda precisamente.
Luis Villavicencio Miranda