Hay directores que definen a los personajes de manera cortante y seca, para que los personajes sean de una pieza y nada más que de una pieza.
Es un proceso de economía que puede ser delicioso de comprobar, porque sus maneras son tan elementales que simplemente no se pueden creer, pero así es como son: gruesas y con el encanto de que el cine, mucho más que el papel, efectivamente aguanta todo.
El director Roland Emmerich filma películas para un público con una disposición estoica y patriótica, donde las definiciones sintéticas y la ausencia de cualquier ambigüedad diseñan un mundo donde están ellos y nosotros.
El policía y guardaespaldas John Cale (Channing Tatum) es de los nuestros y en la primera secuencia habla con una ardilla, que insiste en trepar por una casita que es de pájaros. La ardilla no le responde, naturalmente, pero la situación sirve para definir al hombrón como alguien ingenuo, sano, fuerte y bueno como el pan.
Su hija Emily (Joey King) conoce la historia de la Casa Blanca al revés y al derecho y su sueño es visitarla, porque es una pequeña patriota, con la misma capacidad de los espectadores: aguantarlo todo.
El hombre que sobrevuela Washington en un helicóptero es el Presidente James Sawyer (Jamiee Foxx), que solicita a los pilotos lo de siempre, dar un rodeo, deslizarse sobre la enorme piscina, enfrentar el Monumento a Abraham Lincoln y distinguir a lo lejos la estatua de un Presidente en mármol que es su modelo e inspiración.
Estos tres personajes se encuentran en la Casa Blanca, cuando un indeterminado número de terroristas ingresa a sangre y fuego, destruye la mitad de la mansión y se toma el lugar.
Uno de los invasores, en esto de definir a los personajes, se llama o lo apodan Killick (Kevin Rankin), y pasea armado con una gigantesca ametralladora, con el fin de matar, asustar y romper lo que tiene a mano.
Un informe policial explica su conducta: es un sociópata y además sicópata, que alguna vez voló una oficina de correos porque eran demasiados los empleados afroamericanos, a los que Killick, seguramente, denominaba negros.
Los que asaltan la Casa Blanca, como se comprobará, son una armada de amargados que está física y mentalmente enferma y en vez de querer un fin único, persiguen propósitos difusos: caos, dinero, morbo, venganza, ojivas nucleares, destrucción total.
Este combo colorinche y multipropósito, en rigor, no sería capaz de arrancar un cajero automático de una farmacia solitaria en medio del desierto. Para no exagerar, lograrían abatirlo y arrastrarlo, pero jamás abrirlo.
"El ataque" no es necesariamente aburrida, sosa y tampoco un desperdicio, porque se mueve con la inercia de la industria y el viejo oficio de narrar historias de acción básicas y poco exigentes.
Lo que pasa es que hay que aguantarla.
"White House down". EE.UU., 2013. Director: Roland Emmerich. Con: Channing Tatum, Jamie Foxx, Joey King. 131 min. TE.