Señor Director:
No tiene mucho sentido discutir con quienes son incapaces de ver en el mundo que les rodea algo distinto a proyecciones de sus propios fantasmas y caricaturas, de los monstruos que ven o veían en sus pesadillas. Por consiguiente no hay mucho que decir ante distorsiones como "la actividad estatal debe ser omnipresente" o "el modelo estatista radical que 'El Otro Modelo' sugiere" con las que
Axel Kaiser pretende describir el contenido de nuestro libro.
Solo dos comentarios, entonces. El primero es que Kaiser sostiene que el neoliberalismo no es utópico, "sino un sano entendimiento acerca de cómo funciona la realidad". Pero promete libertad para todos e igualdad de oportunidades si solo dejamos al mercado funcionar. El hecho de que el resultado sea una libertad cuya medida es el dinero de cada uno o un sistema educacional brutalmente segregado, en el que la correlación entre origen socioeconómico y resultados académicos esté entre las más altas del mundo, es algo enteramente irrelevante para el utopista, que da la respuesta característica del utopista: no lo hemos hecho suficientemente bien, hay que insistir y seguir esperando.
Pero no solo es utópico, es dogmático. Por eso ve "estatismo radical" en cualquier cosa que no sea mercado y más mercado. Hoy sabemos que entregar a un funcionario público la decisión de cuántos automóviles o litros de vino han de producirse y a qué precio han de venderse es económicamente ineficiente y políticamente riesgoso para la libertad. El dogmático concluye, entonces, que para todo, desde la producción y comercialización de automóviles y vino hasta la organización del sistema educacional, pasando por el sistema de pensiones, la organización de la matriz energética y el desarrollo de las ciudades, la alternativa es siempre la misma: mercado o tiranía.
Fernando Atria
José Miguel Benavente