Señor Director:
Luego del lanzamiento de un libro sobre la Reforma Agraria en Chile, hemos visto
distintas opiniones de personeros y partícipes de la época en las expropiaciones. Algunos la defienden, otros la reconocen como un error. En mi caso, me pregunto ¿por qué el haber expropiado fundos tan emblemáticos y ejemplares para el agro nacional?
El valle de Longotoma era de muchas piedras, árido y con cerros improductivos. Carlos Ariztía Ruiz lo transformó con el apoyo de su familia, trabajó con persistencia, visión y perseverancia, pasando a ser un ejemplo y orgullo para nuestro rubro agrícola nacional. Fue tal la productividad que alcanzó, que un trabajador en Longotoma el año 1969 producía alimentos para 120 chilenos, en comparación con Estados Unidos, país donde en ese año un trabajador agrícola producía para 30 norteamericanos solamente.
Se invirtió 18 veces el valor de la tierra en instalaciones como pozos, tranques, caminos, cercos, empastadas, frutales; se introdujo genética ovina, bovina y caprina; se construyeron casas de alta calidad para su gente, muchas de las cuales aun están habitadas. En el fundo jamás hubo algún conflicto social. En fin, eran muchas las razones comprobables y reconocidas del sistema de trabajo eficiente en el fundo de Carlos Ariztía.
Este último, preocupado por la mala y errónea aplicación de la reforma, les preparó un trabajo con lujo y detalle del funcionamiento y productividad logrado en Longotoma, trabajo que los personeros reformistas reconocieron como excelente; a tal nivel, que le dijeron a Ariztía que Longotoma quedaba fuera de la reforma por ser un fundo reconocidamente extraordinario por lo altamente productivo y ejemplar.
Pero bueno, la reforma fue hecha sin existir causa racional de expropiación alguna en Longotoma.
Siendo solo un niño, fui testigo del llanto, impotencia y angustia de mi padre y mi abuelo. Pero así y todo, esta familia de agricultores, en la cual nací, me crié y crecí, nos enseñó a muchos su fortaleza, empeño y capacidad de emprendimiento para seguir adelante y volver a empezar, luego de esa dura etapa.
Ojalá nunca más en Chile se apliquen procesos mal ejecutados, por lo destructivos y traumáticos que fueron para quienes los enfrentaron.
Carlos Ariztía Correa