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Editorial
Jueves 22 de agosto de 2013
Inversión extranjera y dinamismo en la agricultura
Los tratados de libre comercio que ha suscrito Chile también han apoyado el desarrollo de esta industria, particularmente porque la demanda alimentaria está expandiéndose y la marca "Chile" ha logrado una aceptación importante...
Hace cinco o seis décadas, el cuestionamiento a la baja producción agrícola era habitual. Se sustentaba esa visión en un análisis simplista, basado solo en indicadores como la superficie cultivada. Las tendencias ideológicas de entonces aseguraban que esa situación era consecuencia de una concentración de la tierra. Aunque por cierto ese fenómeno no era el único argumento para defender tal política, así surgieron las presiones para una reforma agraria, estimuladas por el gobierno estadounidense. Pero la redistribución de la tierra no tuvo los efectos esperados en cuanto a producción agrícola, y la información disponible más bien da cuenta de un retroceso en ella. Una de las razones de esa baja producción -junto a la violencia y al contexto del campo en esa época- era, en realidad, la maraña de aranceles y restricciones, que se traducía en un escenario muy negativo para la producción agrícola, que significaba en la práctica un gigantesco impuesto a la producción. En cambio, la apertura comercial de los años 70, 80 y 90 permitió una enorme expansión de la producción agrícola, que ha sido destacada en distintas instancias internacionales.
La competencia mundial y las barreras fitosanitarias que enfrentan las exportaciones de los productos agrícolas en los más diversos países han impulsado importantes innovaciones en esta industria. En algunos casos, ellas han sido resultado de desarrollos tecnológicos creados en Chile; en otros, adaptaciones de tecnologías foráneas, y también han existido situaciones en las cuales inversionistas extranjeros han aportado con nuevas tecnologías. Este desarrollo dinámico ha permitido que Chile pueda pensar en convertirse en un importante actor en la industria agroalimentaria mundial. En algunos sectores específicos ya lo es. Las expectativas de este sector son hoy alentadoras. A ello ha contribuido no solo la estabilidad económica del país, sino asimismo una mejor infraestructura caminera, y también puertos que han logrado aumentar su competitividad. Naturalmente, también hay experiencias fallidas, pero casi siempre se ha producido una rápida reconversión, que ha permitido que el sector no se estanque y los recursos fluyan a los sectores más productivos. Los tratados de libre comercio que ha suscrito Chile también han apoyado el desarrollo de esta industria, particularmente porque la demanda alimentaria está expandiéndose y la marca "Chile" ha logrado una aceptación importante en productos agrícolas.
Quizás el mejor ejemplo de la creciente consolidación de la industria agroalimentaria sea el aumento de la inversión extranjera que se observa en la agricultura. Según antecedentes del Comité de Inversiones Extranjeras, entre 2003 y 2008 ella rara vez superó los 200 mil dólares anuales, pero en los últimos años se registra un incremento importante y habría llegado el año pasado a 50 millones de dólares. Son montos bajos si se comparan con otras industrias como la minería, pero importa la tendencia.
Por otra parte, la Cepal reporta que ha habido dinamismo en la compra por extranjeros de terrenos agrícolas en Chile. Estas inversiones parecen motivadas por diversas razones. Una importante es la perspectiva de exportación a los mercados asiáticos, que se aprecian cada vez más abiertos a recibir productos chilenos. Se espera igualmente que de ahí vengan las mayores demandas por productos agrícolas de calidad. Pero también parece existir un interés por aprender de la experiencia chilena, lo que sugiere que nuestros empresarios agrícolas están desarrollando su labor de forma muy eficaz.
Con todo, hay desafíos importantes: se requiere invertir más en riego, la infraestructura portuaria y caminera tiene que seguir mejorando y, particularmente, debe asegurarse un sistema de transportes más eficiente.