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Cartas
Lunes 19 de agosto de 2013
Libro sobre la Reforma Agraria
Señor Director:
Transcurridos casi cincuenta años desde su puesta en marcha, acaba de salir al mercado el libro "Reforma Agraria Chilena. Testimonios de sus protagonistas", escrito por las historiadoras María Angélica Ovalle y Ángela Cousiño.
Parte esta obra situando el contexto y el momento histórico de esta Reforma, en plena Guerra Fría, Revolución Cubana, Alianza del Progreso, una economía inflacionaria orientada hacia el mercado interno y una agricultura descapitalizada. Con ideologías socialcristianas, emancipadas de su origen más conservador y que ven al terrateniente como una muralla de contención a una oleada que ofrece "cambios estructurales" al campesinado.
La desconcentración del "latifundio" arranca de una manera tibia, desde la Caja de Colonización, bajo la denominada "Reforma de Macetero" de 1962, fraguada bajo el gobierno de Jorge Alessandri, de campos notoriamente mal trabajados, y adquiere cuerpo durante el gobierno de Frei Montalva, al modificar el derecho de propiedad invocando su función social con la dictación de la ley del año 1967. Lo anterior fue socavando el sustrato conceptual que apuntaba esta Reforma para convertirse en una bandera de lucha política en contra de las familias propietarias, que culmina con el derrumbe institucional y la división social durante el gobierno de Allende.
En la segunda parte de esta investigación se recogen testimonios de los patrocinadores, ideólogos, y ejecutores de la Reforma bajo la consigna de "la tierra para el que la trabaja" que se contraponen a quienes lucharon resueltamente en contra de ella, el recuerdo y también los emotivos silencios de los propietarios de los fundos "Illapel", "Longotoma", "Lihueimo", "Nilahue" y "Quichamahuida", entre otros.
Con ello se consigue traspasar, por una parte, los ideales y ambiciones y convicciones de sus partidarios y, por la otra, el dolor íntimo de verse expropiado muchas veces sin causa justificada, consignando un exiguo pago al contado y el saldo diferido en bonos hasta en treinta años, con las consecuencias más palpables del desposeído, vinculado a una identidad familiar amarrada por generaciones a la tierra.
Se agrega a este relato el testimonio de un ex subsecretario de Agricultura del gobierno de Frei Montalva, que reconoce la errada concepción de todo este proceso de subdivisión.
Culmina el texto con el testimonio percibido casi en vivo -con todas las sutilezas del lenguaje y la cultura laboral del inquilinaje- de algunos de los campesinos involucrados, los que en muchos casos continuaron su destino rural, en tanto que otros vendieron sus parcelas asignadas.
La obra aborda, con todos sus matices, un momento particular de nuestra historia desde una perspectiva de conversación y de contexto, logrando transmitir un reflejo de carne y hueso de un proceso cuyo debate parece reabrirse sin el tronar de cañones y la pólvora de antaño, con el sosiego que ahora dan los años transcurridos.
Arturo Prado Puga