El rating suele estar del lado de la entretención, pero la noche del miércoles algo cambió. El estreno de "Chile, las imágenes prohibidas" (CHV), dio la partida a la conmemoración de un nuevo aniversario del golpe militar y demostró que a 40 años del hecho todavía queda capacidad de asombro en el país. El espacio, armado con imágenes de escasa difusión, propiedad de cadenas extranjeras o reporteros independientes, logró imponerse a la teleserie nocturna del 13, "Soltera otra vez 2" por 17 contra 16,4 puntos on line.
"Chile, las imágenes prohibidas" está lejos de ser un documento definitivo sobre los traumáticos episodios que vivió el país en dictadura. Tampoco pretende ser un ejemplo de equilibrio y objetividad. Lo que este programa viene a aportar es la mirada subjetiva y particular de anónimos actores de realidades vividas entre 1973 y fines de de la década de los 80.
Por un lado están las víctimas de las violaciones a los derechos humanos y sus familias. En todas ellas se aprecia el dolor que todavía causa recordar la división y el abuso que se experimentó. Una madre octogenaria recorre las afueras del Estadio Nacional y su voz se vuelve a quebrar, un ex conscripto llora al revivir cuando tuvo que apuntar a un hermano y un cercano a Neruda habla del miedo que cundía en el cortejo fúnebre del poeta.
También conmueve el rol que juega desde la conducción Benjamín Vicuña, un actor que se ha vinculado con el tema de los derechos humanos desde la vereda de la ficción ("Los archivos del cardenal", TVN) y del dolor desde un ámbito más personal. En entrevista con la mujer y hermana de hombres asesinados en los hornos de Lonquén, en 1978, Vicuña no necesita lucir asertividad, sino que le basta conectarse hasta las lágrimas a través de la ilusión de ver a un ser querido volver.
Dentro de las imágenes más potentes están las captadas al interior de la población La Victoria, cuando el padre Pierre Dubois se interponía entre la muchedumbre indignada y los proyectiles de la fuerza policial. Igual de impactantes resultan las secuencias de represión en las protestas de los 80 en pleno centro de Santiago.
A 40 años del 11 de septiembre de 1973, todavía hay capacidad de asombrarse con estas imágenes que no muestran ni el contexto, ni la explicación de lo que sucedió. Aquí lo que opera es la fuerza de un mensaje que, gracias al hiperrealismo de los registros, acentúa vívidamente el extremo al que se llegó.