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Editorial
Jueves 08 de agosto de 2013
Mayorías en universidades
Ante el daño difícilmente reversible a la formación de más de una promoción de nuestros alumnos de la educación superior, parece hora de que, en interés propio, las auténticas mayorías estudiantiles se hagan escuchar...
En lo que va del año las universidades de Chile, Central, Santiago, Arcis, de Valparaíso y otras han visto suspendidas sus actividades académicas por tomas de sus recintos o paros estudiantiles impulsados por grupos minoritarios radicalizados, cuyas acciones no han sido condenadas por las federaciones universitarias. Eso se observó con la ocupación de la casa central de la U. de Chile, y aún más en la U. de Santiago, cuyo rector cuestionó la representatividad de las tomas, advirtiendo que "no participa el 90% del alumnado, que se encuentra en sus casas o se toma vacaciones", por lo cual la ocupación "no corresponde a una expresión global de los estudiantes". Para el rector de la U. de Valparaíso y presidente del Consorcio de Universidades Estatales, las tomas son actos de fuerza que impiden a los académicos, los funcionarios y al resto de los estudiantes ejercer sus derechos a trabajar y estudiar. Las situaciones extremas han sido desatadas por grupos violentistas y delincuentes encapuchados que se mezclan con estudiantes, parapetándose en las sedes académicas para atacar a Carabineros y provocar disturbios.
Así ocurrió en la Usach, cuya máxima autoridad pidió a la fuerza policial disponer el resguardo y la vigilancia de esa universidad, "para proteger nuestro patrimonio público, incluyendo el ingreso de su personal a la corporación, supeditado a la coordinación telefónica con el suscrito". En Valparaíso se presentaron cargos por usurpación de inmueble y por los daños causados por los extremistas. En la U. Central, el rector denunció la toma por grupos que han dañado el patrimonio de esa casa de estudios con actos delictivos, llegando a "usar armas blancas contra nuestros funcionarios".
Todo esto sigue un modelo estándar: invariablemente, agitadores siempre minoritarios dan el primer paso para iniciar el conflicto; las federaciones estudiantiles se pronuncian a posteriori , para mantener las tomas con votaciones realizadas en asambleas que adoptan procedimientos ad hoc .
Las demandas comunes de los estudiantes en las distintas universidades buscan básicamente resolver problemas de becas y créditos, que se engloban en una educación no determinada por diferencias sociales o económicas, pero los controladores de las tomas añaden en sus petitorios temas como democratización, estatización y triestamentalidad, para que los planteles sean administrados por "gobiernos universitarios", y otros de política general, que se exacerban en época de elecciones. Esto exhuma visiones de los movimientos en los años 60, con fuerte participación del Partido Comunista.
Entretanto -ahora como hace medio siglo- la pérdida de clases causa un daño difícilmente reversible a la calidad de la formación de más de una promoción de nuestros alumnos de la educación superior, lo que no parece preocupar realmente a las minorías extremas. Parece hora de que, en interés propio, las auténticas mayorías estudiantiles se hagan escuchar.