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Editorial
Domingo 04 de agosto de 2013
Singularidades políticas
Quien en el imaginario de los votantes logre conciliar mejor el resguardo de lo alcanzado con las expectativas de mayores niveles de igualdad debería conseguir el apoyo mayoritario...
Las movilizaciones sociales han removido el escenario político de los últimos años, agitando la agenda pública y las prioridades del mundo político. Pero toda esa espontaneidad engloba un conjunto disímil y contradictorio de aspiraciones y reclamaciones, y es mediante el sistema político que la sociedad asigna coherentemente las viabilidades y concentra los esfuerzos para hacerlas realidad. La campaña electoral en curso tiene elementos institucionales y políticos novedosos, que en parte responden a la situación descrita. El estreno del voto voluntario a nivel presidencial y parlamentario, el inédito proceso de primarias legales y el retiro por razones de salud del vencedor en ese proceso en la Alianza, para configurar una competencia centrada fundamentalmente en dos mujeres cuyas vidas se entrecruzan desde sus infancias, confirman la vertiginosa dinámica de la actividad política en democracia.
El regreso de Michelle Bachelet, este viernes, marcó el inicio real de la competencia con Evelyn Matthei, para cuyo desenlace solo faltan tres meses y medio. La candidata del pacto Nueva Mayoría expresó a este diario su aspiración de que esta sea "una campaña en que se intercambien ideas de debate limpio y de altura", para lo cual deberá probablemente contener algunas de las críticas hechas por su vocero a Matthei.
Elecciones sin encuestas
A diferencia de otros procesos electorales, es probable que esta vez la opinión pública disponga de pocas encuestas de reconocida validez, y si las hay, serán muy cercanas a los comicios mismos.
Bachelet lidera en preferencias en todos los sondeos conocidos hasta aquí. Cualquiera sea el apoyo con que emergió Matthei en la carrera presidencial como candidata única de la centroderecha, probablemente convergerá hacia un porcentaje que no debiera ser muy distinto del nivel de apoyo del actual gobierno, entre 38 y 40%, o del alcanzado en los últimos años en las primeras vueltas por los abanderados de RN y la UDI, en torno al 44%. Cualquier encuesta intermedia debiera registrar esa trayectoria ascendente hasta que alcance esos niveles.
Hoy, junto a Enríquez-Ominami hay varios candidatos alternativos a los partidos tradicionales, aunque el P. Comunista, antes permanente soporte de aquellos, ahora adhirió a Bachelet. El efecto combinado de estas particularidades, pese al favoritismo que da la primera opción a Bachelet, subraya las incertidumbres de esta campaña. ¿Qué representan Parisi y Enríquez-Ominami? ¿Cuánta gente se movilizará para ir a votar? ¿Se confirmará el entusiasmo que despertaron las primarias o volveremos a las cifras de la elección municipal? ¿Cuál será el efecto de la elección inédita de los consejeros regionales? Tal vez solo en la recta final, con la franja y los debates en el último mes, se clarifiquen algunos de estos interrogantes.
Progresos y cambios
No es fácil discernir qué está pensando la sociedad chilena de todo esto. Las expectativas de cambio que la animan -básicamente mayor equidad- coexisten en algunos grupos con la convicción de que todo lo alcanzado por Chile en los últimos 30 años está garantizado, independientemente de nuestro comportamiento como país. Bajo ese error intelectual, hay sectores políticos que ofrecen extraviadas propuestas económicas, sociales y políticas, que alientan aprensiones paralizantes en algunos y ahuyentan las posibilidades reales de avances en la senda de progreso seguida en las últimas décadas, cuyos logros se podrían graficar fácilmente de período a período presidencial. Ese es el caldo de cultivo para las violentas reivindicaciones de los llamados pescadores artesanales, del abusivo paro de los trabajadores de la basura o del bloqueo de Tocopilla, pero también es el sustrato de la demanda de los estudiantes universitarios para que se les dé enseñanza gratuita y universal. Ese desalineamiento entre expectativas y realidades puede tener un alto costo para los chilenos.
Asimismo, el lenguaje verbal y gestual ha sufrido un retroceso. Ha habido notas de preocupación por esta materia, como las reuniones de algunos de los candidatos presidenciales que ha tenido la Alianza con grupos de ministros. Cualquiera sea el ánimo de esos encuentros, su organicidad y publicidad pueden cubrir de sospechas electorales la gestión de esos secretarios de Estado, lo que no es conveniente para el desenvolvimiento de sus responsabilidades públicas. Del mismo modo, como señal de calidad de nuestra política es muy inconveniente la reunión del comando de Bachelet con la mesa del Senado, proyectando la imagen de que las prioridades y el flujo legislativos se pueden supeditar, en el ámbito de los congresistas, a las necesidades y planificación de un candidato presidencial, por sobre el interés público.
Con todo, dadas las no pocas coincidencias de fondo entre ambas candidatas, quien en el imaginario de los votantes logre conciliar mejor el resguardo de lo alcanzado con las expectativas de mayores niveles de igualdad debería conseguir el apoyo mayoritario.