¿Se ha fijado Ud., mija, que hay imbéciles que viven en perpetua huída hacia otra cosa? ¿Que no se quedan jamás en lo que dicen sino que lo remiten a algo supuestamente explicativo? ¿Que viven justificando lo que hacen con algo más que nadie pensó nunca que era necesario hacer?
Vea. Algunos, sorprendidos tomando sopa, dicen inmediatamente "p'al frío", o si helados, "pa' la calor". Conocimos una tonta que, si oía "albahaca", lanzaba "pa' las humitas", o si laurel, "pa' los tallarines", o si vino, "pa' la empaná", o si mote, "pa' los huesillos". Se resbalan de una cosa en otra y agotan sus prescindibles existencias deslizándose entre quince o treinta clichés e infundiendo alrededor un tedio profundo, para el cual, según los inteligentes, el remedio más santo es recurrir a la acupuntura o pararse de cabeza con el dedo gordo del pie derecho metido en la oreja izquierda.
Otra variedad de homúnculos y muliérculas teme contrariar cualquier opinión que acierte a cruzar por la mente aun de los más mentecatos. Teníamos unas tías nerviosas y tímidas que hablaban rápido y bajito y que, sin importar qué opinión dieran, la concluían con un "no", para que nadie creyera que ellas pensaban así, en caso de haber presente alguien que hubiera entendido lo que decían y pensara de otro modo. "Yo pienso que fulanita debiera haber respondido tal cosa. No". De este tipo eran las pocas opiniones que se les alcanzaba a entender (en general, pelambres, donde eran eximias); pero la mayor parte de sus aseveraciones era tan confusa que, añadido el "no" final, la Hermenéutica misma, en sus más depuradas y pacientes manifestaciones, se declaraba extenuada. La vida las eximió de saber que nunca se les entendió nada, y se murieron felices, creyendo haber dado ejemplo de una vida social conciliadora y cortés.
Como ya va siendo tiempo de endilgar todo esto con alguna receta que cuadre, vemos que nos hemos metido en un berenjenal: no hay de dónde agarrarse. Así es que hará la coherencia el favor de irse por el hoyo de la alcantarilla, con lo que podrá Usía. disfrutar de lo siguiente, libre cual pájaro.
Ostiones Newburg
Hierva 5 minutos, con "bouquet garni" (perejil, tomillo, laurel) 150 ml de vino blanco seco y 150 de agua. Cueza ahí 4 minutos el blanco de 5 ostiones por persona. Retírelos. Reserve. En sartén amplia, pase los ostiones 2 minutos por 100 gr de mantequilla. Caliente 60 ml de brandy, viértalo sobre los ostiones y flambéelos. Agregue 120 ml de oporto y los corales de los ostiones. Caliente unos momentos. Vierta a la sartén 150 gr de crema espesa, retire a un lado los ostiones para no recocerlos. Reduzca la salsa. Espésela con 2 yemas disueltas en una cucharada de crema. Sal y pimienta. Sirva con arroz.