El escenario de la Alianza ha vuelto a cambiar. Y pese a los conflictos, declaraciones y bravatas, la coalición de Gobierno se encuentra súbitamente con la mejor de sus candidatas: Evelyn Matthei.
Con habilidad, Matthei supo esperar su momento y aprovechar su oportunidad. Tuvo lo que Maquiavelo calificaba como "fortuna". Y vaya que la tuvo. El primer candidato (Golborne) se cayó por la cuenta en las Islas Vírgenes. El segundo candidato (Longueira), por enfermedad y el tercero (Allamand), por su seguidilla de errores. Así, en dos meses pasó del cuarto lugar al primero.
¿Pero, fue pura fortuna?
Lo cierto es que Matthei también tuvo lo que el propio Maquiavelo señalaba como "virtud". Mostrando su habilidad política, se apoderó del espacio apenas se presentó el momento, controló su ímpetu y se movió como pez en las turbulentas aguas de la política. Así, en pocas horas, logró ser la bendecida.
Pese a sus episodios dudosos de hace 20 años (caso Drogas y Kioto), Matthei tiene fortalezas innegables. Es inteligente y simpática, pero sobre todo tiene fuerza y carisma. Así, mientras la Alianza con Longueira -más allá de su penosa enfermedad- iba directamente al despeñadero, por representar la caricatura de la derecha chilena, hoy con Matthei se ha vuelto a poner de pie.
No es curioso que la renuncia de Longueira fuera tratada en la mayor parte de los medios internacionales como la dimisión del "candidato ultraconservador de derecha". No estaban equivocados. Lo que se observó en la campaña de Allamand y Longueira fue un discurso, a vistas de cualquier espectador imparcial, ultraconservador. No quisieron hablar de dictadura, levantaron los muros en temas valóricos y, en materia económica -más allá de algunas propuestas-, primó la tesis de que si se mueve algo del modelo, "se cae todo".
Es paradójico que pese a que el gobierno de Piñera haya sido mucho más de centro, más moderado y menos dogmático que sus partidos, no haya sido suficiente para renovar al sector. Y es quizá uno de sus mayores déficits. Probablemente por personalidad le aburrió la discusión ideológica y prefirió concentrarse en las obras. Pero, lo cierto es que en los tiempos del Twitter, gran parte del discurso de la derecha tiene olor a papiro.
En su famoso ensayo "el erizo y el zorro", Isaiah Berlin dividió el mundo en dos grupos, basándose en la frase del poeta griego Arquíloco que dice que "muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola". Hasta ahora la Alianza ha estado, como el erizo, solamente tratando de defender lo que hay. Y ello suele termina mal.
Matthei, en cambio, puede ser menos erizo y más zorro, renovando un discurso que necesita en forma urgente un aggiornamiento . Lo bueno es que para ello no tiene que crear artificialmente un relato. Basta con que sea ella. La misma que presentó el proyecto de ley de aborto terapéutico. La misma que cuando se levantaron las banderas del dogmatismo criticó a Libertad y Desarrollo. La misma que cuando hubo abusos de empresas, levantó fuerte la voz.
Y si a la Evelyn no la quería ni RN ni la UDI, hoy la necesitan.
"Ahora no me mando sola", dijo en "Tolerancia Cero", en su única frase mal dicha en el programa. No es así. El sartén lo tiene ella por el mango. Por lo que -en vez de ir a meterse a la trinchera- puede volver a enarbolar las banderas de la libertad individual y el progreso, pero con los colores de los nuevos tiempos. Un discurso que, de cierta forma, representó bien Andrés Velasco.
Matthei, además, podrá enfrentar a la candidata de la Nueva Mayoría de igual a igual. La tesis del femicidio a Bachelet frente a cualquier crítica ya no correrá. Esto será de mujer a mujer. Y podrá mostrar, no solo que la "nueva Concertación" tiene posiciones irreconciliables entre sus miembros, sino que muchas de las cosas que hoy están proponiendo han fracasado en el mundo. Pero para ello no deberá -como haría el erizo- enarbolar las espinas para defender el statu quo , sino que, como el zorro, deberá ser ágil para mostrar que los mismos problemas muchas veces tienen mejores soluciones.