La piedra angular de esta comedia, la base y su corazón, apuntan a un mismo concepto: la desigualdad en el Chile actual y seguro que en el de siempre.
El guión se construye sobre esta grieta y la película va a exacerbar y exagerar las características de los mundos que habitan en los extremos: limpieza y suciedad, belleza y fealdad, autos y micros, dinero y pobreza, cultura e ignorancia.
En "Barrio Universitario" hay dos países en uno, el clasismo se respira como el aire, su energía corre por la sangre de los personajes y el prejuicio es el gran pilar institucional del país.
Los estudiantes del Centro de Formación Michael J. Fox están en la cota menos que 0 y los de la Universidad Superior en la mil y algo. Rotos y cuicos. Dos tribus enfrentadas y lejanas, que solo una anomalía puede reunir.
La película es la anomalía y por eso construye un espacio absurdo e irreal, para que aparezca la sociedad desconectada, desintegrada y desconfiada.
Es tanta la desigualdad que incluso existen dos realidades y cada esfera tiene sus costumbres, personajes, estética e idioma.
La distancia física entre el pensionado miserable y una casa ABC, es como cruzar una frontera entre un país subdesarrollo y otro rico.
Es el arribismo de Dallas (Sergio Freire), con su pelo mal teñido de rubio, los términos en inglés y la aspiración de igualarse por medio de la afectación; o es la desnudez primaria y provocativa de Rodrigo Salinas, exhibiendo una obesidad y pelos, tan políticamente incorrectos.
Son las niñas bien amables y solidarias, que ocasionalmente hasta podrían levantar una mediagua.
Es la pobreza diaria del profesor René Guajardo (Luis Dubó), frustrado, solitario y un desgraciado que intentó el ascenso social, cayó al despeñadero por amor y aún le queda la vocación y el discurso amargado.
O es el desdén y desprecio de Juan Ignacio Arestizábal (Miguel Tagle), tan bien expresado en una larga y sonora carcajada.
Y la empleada sin identidad, que hace lo suyo: ofrece poleras limpias y olorosas.
Todos estos elementos aportan ironía, capacidad de observación, le otorgan coherencia a la historia y en definitiva convierten a "Barrio Universitario" en una película.
Hay momentos en que la historia tiende a la dispersión y al mero ejercicio humorístico, porque es la naturaleza invertebrada de "El club de la comedia", con la estructura propia de un programa cómico de televisión, donde al caldo semanal hay que echarle de todo, para que siga cundidor y divertido.
Existen chistes laterales que contribuyen a esa sensación -los gemelos conectados o la pasión de Guajardo con el quiosquero Morales (Felipe Avello)- y la película tiene el lastre de lo episódico y en ocasiones un afán provocativo medio escolar.
Pero todo lo anterior se puede despejar, porque "Barrio Universitario" es un honesto intento de traspaso: de la televisión al cine, con cambio de riel y piel.
Chile, 2013. Director: Esteban Vidal. Con: Fabricio Copano, Rodrigo Salinas, Sergio Freire, Pedro Ruminot. 90 minutos. Todo espectador.