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Cartas
Domingo 21 de julio de 2013
¿Qué pasa con la derecha?
Señor Director:
¿Qué proyecto tiene la derecha para Chile? Ponerse de acuerdo en nominar un buen candidato es importante, pero hay un desafío previo e ineludible mucho más trascendente: el de evaluar y hacer prender su visión política frente al relato de las izquierdas, que viene articulando el equipo de la ex Presidenta Bachelet (el ataque al "modelo").
En mi opinión, pesan en la derecha dos excesos que le impiden formular un discurso genuinamente político (de bien común): la mentalidad economicista y la "cronolatría" o adoración del tiempo presente. Ambas les impiden, por distintas vías, discernir, por ejemplo, hasta qué punto el bienestar de la población no es equivalente al lenguaje de las cifras del PIB o a los movimientos al alza del mercado financiero; en qué grado la economía (que no es lo mismo que la crematística) tiene su importancia, pero no es la ciencia madre de todas las ciencias. Hay un mundo detrás de los números, y de los llamados criterios de la "eficiencia" y lo sabemos. Desde el año 2008, los países más ricos del mundo, así como las organizaciones internacionales, se vienen reuniendo en cumbres mundiales o sectoriales para intentar "domesticar" el llamado "capitalismo salvaje", cuyos resultados son tan visibles para quienes han estudiado la crisis subprime en EE.UU. y lo que le ha seguido en Europa y Asia. Como decía Wilhelm Röpke, uno de los padres de la economía social de mercado, no hace falta convertirse en socialista para oponerse a este tipo de capitalismo.
En la derecha chilena apenas se han dado estos debates. Es más, da la impresión de que poco se cultivan los atributos que desde antiguo han caracterizado a las derechas: amor por la libertad, pero dentro de un orden trascendente; acogida y entrega entusiasta de los valores comunitarios que han constituido a la nación, pues no se puede saltar desde el vacío; percepción clarividente del papel que le cabe a la fe y a la familia en la estabilidad del tejido social y en la formación moral de las futuras generaciones; filosofía de la sospecha ante el cambio por el cambio, que nos deja en manos de los ingenieros sociales; oposición arrojada a los proyectos de fabricación del hombre nuevo (ahora le llaman "emancipación"), tan caros a las izquierdas declamatorias, utópicas y progresistas, y que suelen terminar en el desastre o la desesperanza, etcétera.
Temo por una derecha puramente económica. Hoy son el plato favorito de las izquierdas envalentonadas. Lo que el país necesita es una derecha política y cultural que, entre otras cosas, sepa gestionar bien la economía (eficiencia no es lo mismo que bienestar). Otro "modelo" es posible, pero no el de la izquierda, cuyos defectos salen hasta por los poros. Pero a tal fin, el primer paso es recomponer esa visión auténticamente política que tantos echamos de menos.
Julio Alvear Téllez