La petición del COCh para que el fútbol profesional suspenda el campeonato durante los Odesur es ridícula. La solicitud, que ha llegado a las esferas gubernamentales por tratarse de un evento internacional respaldado por el Estado, encierra un añejo melodrama de envidia y temor. Una trama que en otras partes es de segunda categoría y superada por la importancia del deporte en una sociedad moderna, pero que en Chile adquiere las dimensiones de una guerra desatada cada vez que el mundo olímpico se siente menoscabado o ninguneado por los "peloteros".
La extemporánea demanda que hace el COCh por atención exclusiva para los Odesur denota animosidad. Guste o no, el fútbol es la única actividad deportiva que en Chile rasguña el nivel profesional, generadora de una convocatoria masiva en el tiempo, una respetable inversión publicitaria, un razonable retorno financiero para algunos actores y hasta ciertos logros a nivel internacional. Y frente a esa realidad el COCh nunca ha podido convivir sin que cíclicamente le reviente la bilis.
Con los Odesur en el horizonte, el pánico esta vez es inocultable porque se trata de un acontecimiento mayúsculo. Cuando coincidan las fechas, si la gente concurre en mayor cantidad y los medios optan por darle más espacio proporcional a un partido de fútbol que a las competiciones que los Odesur, el COCh verá su profecía autocumplida. Y por las señales entregadas hasta hora, nadie está dispuesto a correr el riesgo de tamaño fracaso. O mejor dicho, condiciona el riesgo pero con garantías inadmisibles: subsidios, concesiones o prohibiciones de por medio.
La anécdota eclipsa la discusión de fondo. El COCh ha planteado torpemente esta dialéctica como una antítesis, sumando al debate a deportistas que no ayudan con el relato lastimero de la eterna postergación. El posicionamiento en un mercado de libre competencia no opera por la artificial desaparición de un actor, como el COCh pretende que se haga con el fútbol durante diez días en marzo del 2014, sino porque se es capaz de hacer una mejor oferta: más atractiva, de mayor calidad, más integral, más funcional con el destinatario, en este caso, el público.
En lugar de amargarse porque el fútbol se lleva toda el agua para su molino, el COCh ya debería instalar las fortalezas de "su" producto Santiago 2014. Vender la calidad de los recintos donde se van a desarrollar las competencias; publicitar las eficientes acomodaciones y los múltiples servicios que se les entregará a la gente para que vaya a presenciar las competencias; potenciar la presencia de los deportistas chilenos que nos representarán, en fin, obligar a que sea el fútbol el que se inquiete porque los Odesur pueden mermar la convocatoria y cobertura.
El COCh equivocó la dirección en esta ruta. No es el fútbol el rival a neutralizar, ni menos a derrotar. No es tampoco Jadue el personaje a demonizar. Solo queda dedicarse a lo urgente y necesario: que los Odesur 2014 representen un avance para el deporte chileno. Y eso supone algo más que una cuestión de fechas y calendarios.