Un capítulo poco conocido de la historia patria es la carta que don Bernardo O'Higgins le manda a don Ignacio de la Carrera, padre de don José Miguel, en que junto con informarle del fusilamiento de sus hijos Luis y Juan José, le acompaña la factura por los gastos del apresamiento y ejecución. Desconozco si el padre del prócer pagó la factura o lo pasaron a Dicom, pero lo que sí está claro es que debemos aprender dos lecciones de nuestros héroes patrios: el rigor encomiable con que se trataban los dineros fiscales y la consistencia de sus convicciones, entre el pensar y el actuar.
Me acordé de esta anécdota cuando me entero de que los alumnos en paro han paralizado sus paros (perdón la redundancia) durante el período de vacaciones invernales. Han anunciado, sin embargo, que al regreso re-"tomarán" sus no-actividades para reponerse de las vacaciones mediante otra toma. Yo creo que, al igual que nuestros próceres, debemos recurrir al rigor. Si se toman un colegio, deberá respetarse su voluntad impidiéndoles por la fuerza pública que abandonen el lugar, a no mediar la comparecencia del apoderado.
El apoderado deberá llegar a retirar a su querubín, que ha pintarrajeado y destruido el establecimiento y mobiliario reclamando mejor educación, premunido de un cheque para pagar los daños al inmueble. Acto seguido, al pupilo se le deberá obligar a escribir mil veces "no debo destruir el colegio donde estudio".
A los alumnos de cuarto medio que estén en paro, cuando debieran estar estudiando para la PSU, se les deberá exigir, además, que escriban una frase que puede representar una revolución copernicana en su educación, porque condensa miles de años de reflexión filosófica "en la vida, nunca, jamás debo hacer pipí contra el viento". Estoy seguro de que estas simples medidas pondrán algo de orden a la anarquía en que ha devenido el movimiento estudiantil y contribuirán a mejorar la educación de los pupilos.
Pero en esto de exigir rigor y consistencia, debemos pasar a la etapa siguiente y exigir consistencia a nuestros honorables en todas sus iniciativas legislativas. Los gringos lo resumen en una frase: "put your money where your mouth is " (pon tu dinero donde está tu boca). En lo sucesivo, a los críticos del lucro en salud y educación les estará prohibido atenderse en la Clínica Las Condes o equivalentes, y se les prohibirá que sus hijos se eduquen en los colegios particulares, y menos en subvencionados.
El derecho a medicina y educación privada será reservado para los que voten a favor de la libertad de asociación y elección y, sobre todo, respeten el sagrado derecho de ganarse el pan nuestro de cada día.
Los partidarios de seguir subiendo impuestos para financiar la educación pública deberán repetir 3 veces en coro "no utilizaré esos fondos para financiar el Transantiago, ferrocarriles, ENAP, exonerados truchos ni para aumentar el número de parlamentarios".
Propongo, asimismo, que previo a la próxima alza de impuestos se introduzcan dos simples reformas a nuestro sistema tributario y uno al electoral. Para el sistema tributario propongo (i) que los precios se publiciten sin IVA, éste se cobre en la caja y se desglose en las boletas y (ii) que a los trabajadores asalariados se les pague su sueldo bruto y declaren y paguen sus impuestos el 30 de abril.
Para el sistema electoral propongo que las elecciones se celebren el 1 de mayo, el día después que paguemos nuestros impuestos. Estas simples medidas estoy seguro de que pondrán algo de orden y racionalidad en la exuberancia tributaria que se escucha de nuestros políticos.
Finalmente, y para no abrumar a los lectores con estas novedosas contribuciones a la vida republicana, vaya en defensa de don Bernardo, que con su carta no hacía sino cumplir con la expresa petición del Gobernador de Cuyo, que cobraba, conforme a las bárbaras normas de la época, los gastos incurridos en la ejecución de los hermanos Carrera.