Cabe preguntarse cómo será la relación política y programática entre los extremos de la multipartidaria que apoya la candidatura de Michelle Bachelet.
Sabemos que comunistas y democratacristianos tendrán que convivir al interior del bloque como aliados gubernamentales. Convivencia que será inédita, porque nunca en la historia de Chile ha sido factible. Cohabitaron excepcionalmente una vez, cuando la Falange Nacional brindó apoyo pasajeramente, junto a comunistas, al gobierno de Juan Antonio Ríos, pero sin acuerdo programático mediante. Conste que ni aun en los peores momentos, estando ambos partidos severamente afectados bajo el régimen militar, compartiendo adversario o enemigo común, concordaron posiciones fundamentales.
Tras el golpe de Estado, resistiendo la fuerte represión sufrida, el PC se empeñó hasta 1977, aproximadamente, por formar la "unidad antifascista" con la izquierda y la DC, con la esperanza de recuperar así la democracia. Sin embargo, uno de los factores que echaron por tierra la iniciativa fue el rechazo de la DC a formar frente común con el PC. ¿Las razones? Su aún adhesión irrestricta a Moscú, la violación a los derechos humanos, la dictadura del proletariado con su única conducción del proceso de cambio social, y el rechazo a la democracia liberal.
Recordemos también que el PC no se sumó a la "Concertación de Partidos por el No", calificándola de "instrumento electoralista", aunque accedió a votar "No". Prefirió integrar el Movimiento Democrático Popular (MDP) junto al MIR, PS-Almeyda y agrupaciones menores, demandando un gobierno provisional y una Asamblea Constituyente. No se marginaron por voluntad propia, únicamente, sino que la misma DC manifestó excluirlos de cualquier alianza y negociación política, "en razón de lo irreconciliable de nuestros proyectos ideológicos y estrategias", rechazando la Asamblea Constituyente e intentando, incluso, que el PS-Almeyda emigrara del MDP.
El PC alzó candidatos propios junto a otros grupos durante los gobiernos de la Concertación y fue acerbamente crítico con ellos. El programa vigente del Partido Comunista de Chile -elaborado solo hace unos años- los sindica como un nuevo bloque de clase en el poder, que buscó "consolidar la esencia del proyecto trasnacional", asegurando la "estabilización indefinida del capitalismo en nuestro país". Propone por tanto "alcanzar un régimen democrático real, no sometido a tutelaje militar, ni a poderes imperiales y empresariales", convocando a conformar la "Nueva Mayoría Nacional como una fuerza política y social, pluralista y multiclasista, que se construye en la acción". El principal objetivo no sería acceder al gobierno, sino que el "pueblo conquiste y ejerza la totalidad del poder". Derechamente, se trata de provocar "una revolución democrática, popular, nacional, antiimperialista y antioligárquica (confiando en que) su culminación exitosa despejará el camino hacia el socialismo". ¿Lo esencial? Sustentar el nuevo Estado Nacional "en una nueva Constitución propuesta por una Asamblea Constituyente".
La DC mantiene su convicción en la Concertación, porque, según afirma, "aseguró estabilidad política, la paz social y la gobernabilidad democrática". Desde siempre condena el totalitarismo, populismo y toda clase de dictadura, y hasta hoy sostiene que la lucha por la justicia y la libertad "sustituirá las estructuras capitalistas y socialistas". Reconoce la "libre iniciativa y espíritu de lucro como elementos estimulantes de la economía", pero subordinados a normas morales y el bien común.
Pese al tiempo transcurrido y a cambios ideológicos mundiales, siguen siendo dos concepciones políticas y sociales esencialmente distintas, y muchos ciudadanos no adivinamos cómo puedan conjugarse en un programa gubernamental común, sin traicionar sus convicciones.