El Mercurio.com - Blogs : Beltrán Urenda: el amigo
Cartas
Lunes 01 de julio de 2013
Beltrán Urenda: el amigo
Señor Director:
Nacido un 29 de febrero, Beltrán Urenda celebró pocos cumpleaños. Pero quienes ingresamos en 1928 junto con él a la primera preparatoria en el Colegio de los Sagrados Corazones de Viña y aun vivimos, disfrutamos el tesoro de su amistad durante 85 años. En mi caso, la vecindad de la "T "y la "U " nos obligó innumerables veces a manifestarnos seguidos, en orden alfabético, para responder las preguntas del catecismo que nos formulaba el padre Teodosio, o para votar o fundar el voto como senadores, 70 años después, en el Congreso Nacional. Algunas veces -muy pocas- no votamos igual, pero jamás se empañó, ni siquiera se enfrió, nuestra invariable amistad. Para muestra, un botón.
En los breves días en que me desempeñé como vicepresidente de Renovación Nacional, Beltrán postuló como candidato a senador independiente por la Quinta Región, con apoyo de los gremialistas. Alguien me pidió que redactara una carta de respaldo a su candidatura. Respondí que nadie me podía pedir un llamado a la ciudadanía para que votara por un candidato que no fuera el distinguido postulante que presentaba RN en esa región, pero tampoco se me podía impedir que testimoniara mi afecto y admiración por el querido amigo y relevante ciudadano Beltrán Urenda. Para evitar males mayores, acepté con agrado enviar también una carta encomiástica al candidato de RN, a quien apenas conocía, pero cuya idoneidad y virtudes ciertamente me constaban. ¡No bastó! Algunos me anunciaron una acusación al Tribunal de Disciplina del partido. La sangre no llegó al río, porque entre tanto acepté ser designado senador institucional en calidad de ex rector universitario, distinción que, en mi concepto (no todos pensaban igual), era incompatible moralmente con la militancia partidista.
Así, con pleno acuerdo del presidente de RN, mi querido amigo Sergio Onofre Jarpa, renuncié a RN y pasé a ser el único ciudadano que renunció a su partido político para asumir con plena independencia política su función de senador institucional. De esta manera, durante ocho años, entre 1990 y 1998, volvimos a colaborar unidos en funciones de alta significación ciudadana con mi entrañable y noble amigo Beltrán Urenda, empresario y abogado eminente, marido y padre ejemplar, que acaba de dejarnos para reencontrarse con su idolatrada María Elena.
William Thayer Arteaga