Esta es una película con intención cristiana. Y al mismo tiempo, con derivaciones heréticas respecto de esa misma doctrina. ¿Puede ser semejante cosa una cinta sobre un superhéroe tan tradicional como Superman? ¿No será un exceso de interpretación? Veamos.
Un niño nace en el planeta de Kryptón. El planeta está colapsando por el agotamiento de sus recursos y el padre del niño, Jor-El (Russell Crowe), decide que su supervivencia está en algún punto lejano del cosmos. La madre duda; cree que el niño será un extraño en otros planetas. Jor-El la convence de que su destino es "de otro mundo", pero al mismo tiempo debe enfrentarse al general Zod (Michael Shannon), dispuesto a defender a cualquier costo la civilización de Kryptón, que considera la razón de su existencia.
Así comienza esta versión de Superman encabezada por dos titanes del apocalipsis: el director Zack Snyder (300) y el productor y coguionista Christopher Nolan (Batman: El caballero de la noche asciende). Las dos discusiones que tiran de la película -el problema de la pertenencia y el de la ética política- quedan planteados en estos minutos iniciales, y los más de 100 que los siguen no hacen más que volver a ellas en distintas situaciones.
El niño de Kryptón cae en la Tierra y es recogido por los Kent, una pareja de granjeros de Kansas. El padre adoptivo, Jonathan (Kevin Costner), se empeña en que el niño no muestre sus poderes hasta que ello no sea necesario, momento en el cual la humanidad se lo reconocerá. Tal cosa ocurre cuando Clark (Henry Cavill) cumple 33 años y después de que se confiesa ante un sacerdote católico. Esta gruesa deriva teológica tiene, sin embargo, un importante lado herético (el fanático general Zod pronuncia esta palabra en un momento de lucha contra Jor-El), porque el padre-Dios muestra una clara inclinación por algunas de sus creaturas en desmedro de otras; esto es, los humanos en vez de los desesperados moradores de Kryptón, que caminan a la extinción. Dios más Darwin.
En línea con la asociación crística que ha establecido en sus inicios, El hombre de acero pone el foco en las contradicciones con que crece este niño antes de ser salvador de la humanidad, que parecen estar más cerca de Kazantzakis que de DC Comics. Solo que esta redención global se debe realizar en una dudosa alianza con la prensa (el famoso Daily Planet y su estrella reporteril, Louisa Lane) y el complejo científico-militar de Estados Unidos, que vendría a ser otra parte de la herejía. Dios más el Pentágono.
La cuestión de la adolescencia del superhéroe ya ha sido muy trajinada por Spiderman y Batman, por lo que es comprensible que El hombre de acero la reduzca a unos cuantos flashbacks. Queda el apocalipsis, que en este caso es una acumulación de estruendo, masas de metales volantes y decenas, si no centenares, de edificios colapsados. Y una inmensa reunión de escombros, que ocupa la mayor parte del metraje y es como la metáfora de la película. Un gran escombro con un solo Dios final: la taquilla.
MAN OF STEEL. Dirección: Zack Snyder. Con: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Russell Crowe, Kevin Costner. 143 minutos.