Esta película se inicia con un cierto aire hitchcockiano: un auto amarillo que corre por una carretera de curvas acompañado por un ritmo musical trepidante. Pero esto es todo, porque la referencia al genio del suspenso es solo una más entre otras citas con que la película confirma su devoción cinéfila.
No vemos lo que ocurre con el auto, pero de inmediato nos enteramos de que ha sufrido un accidente y en él han muerto los padres de dos adolescentes chilenos radicados en Roma, Bianca (Manuela Martelli) y Tomás (Luigi Ciardo). Quien narra la historia es Bianca, y lo hace desde el futuro, cuando ya es madre y esposa, recordando esa época en que "fui delincuente" y en que debatía con su hermano acerca del futuro.
El hermano, algo menor, se enrola en un gimnasio y comete la primera extravagancia imprudente: invitar a dos "personal trainers", Libio (Nicolás Vaporidis) y Boloñés (Alessandro Giallocosta), que sin asomo de timidez se instalan a vivir en el departamento de los hermanos. Los gimnastas tienen, además, un plan: robar sus ahorros a un actor de cine retirado, utilizando los servicios eróticos de Bianca.
La película se parte en este punto, en el eje de los 40 minutos. La propia Bianca lo reconoce: "A partir de ese momento mi historia se hace más borrosa". Lo central pasa a ser la relación que Bianca establece con Maciste (Rutger Hauer) antigua estrella del peplum que floreció en los tempranos 60.
Maciste, ciego como un oráculo, es el futuro. Y lo es precisamente porque ha sobrevivido al pasado. Su vejez (o decadencia), como la de Roma, representa lo que es común al futuro de todas las vidas. Quizás Bianca no halle respuestas a sus preguntas más urgentes, pero algo en ella habrá cambiado en la aristocrática mansión de Maciste.
La directora Alicia Scherson adapta con bastante fidelidad Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño. A ratos parece que quisiera dotar a su película de ciertas dimensiones cósmicas, pero lo cierto es que permanece atada a lo más terráqueo del planeta y muy en especial al mundo vegetal. Filma con una exactitud que sugiere largas preparaciones para controlar todas las piezas y su talento plástico (no dramático) con el encuadre no tiene parangón en el cine chileno; es la única cineasta de las nuevas generaciones que se toma en serio el problema de la elección única e irreversible de la posición de la cámara. Tiene un humor exquisito y una especial sensibilidad para el uso de la música. La pregunta es si tiene un mundo propio o si ese mundo se consume, por ahora, en la originalidad de la mirada.
De cualquier modo, El futuro se instala con comodidad entre lo mejor que ha mostrado el cine chileno en los últimos años.
Il futuro. Dirección: Alicia Scherson. Con: Manuela Martelli, Rutger Hauer, Luigi Ciardo, Nicolás Vaporidis, Alessandro Giallocosta. 94 minutos.